El legado de Aretha Franklin sigue vivo un año después de su muerte con la publicación póstuma de un concierto inédito de 1972 y la aparición de unos manuscritos en el sofá de su casa que podrían ser el testamento de «la reina del soul», considerada una de las voces más imponentes del siglo XX.
Franklin falleció el 16 de agosto de 2018, a los 76 años, en su casa de Detroit (EE.UU.), rodeada por sus seres queridos tras varios días en cuidados paliativos por un cáncer de páncreas que tan solo conocían en su círculo más cercano.
La pérdida de la brillante cantante paralizó a todo Estados Unidos y a gran parte del mundo, que se detuvo para rendir homenaje a la intérprete de temas eternos que con ritmo y pasión exigían respeto -«Respect»-, reflexión -«Think»- y ser un poco más naturales -«(You Make Me Feel Like) A Natural Woman»-.
Figuras de la política y del mundo del arte, a veces antagónicas, dedicaron palabras de admiración a una mujer que sigue siendo una referencia ineludible en la música y un emblema de las reivindicaciones feministas y raciales.
El presidente del país, Donald Trump, y su predecesor, Barack Obama, coincidieron en esta ocasión: «¡La echaremos de menos!», dijo el republicano, mientras el demócrata auguró que la artista, que cantó en su toma de posesión, «permanecerá siempre para inspirar a todos».
La unión de la sociedad estadounidense ante «la reina del soul» mostró el imborrable legado que Franklin dejó y que recordaron colegas del mundo de la música como Paul McCartney, Diana Ross, Elton John, Barbra Streisand, Christina Aguilera o Carole King.
Pero a pesar de dejar una carrera de prestigio, la diva olvidó firmar un testamento, algo que ha supuesto varios dolores de cabeza a sus familiares, incapaces de ponerse de acuerdo para gestionar una enorme herencia material, musical e intelectual.
Todo cambió cuando hace tres meses descubrieron dos testamentos escritos a mano por Franklin.
Aparecieron en el lugar más insospechado: Uno bajo el sofá de su casa, el otro en un armario encerrado.
Ahora, un experto forense debe examinar unos manuscritos llenos de tachones y no especialmente bien conservados para determinar cómo se gestionarán la mayor parte de sus finanzas y los derechos de unas canciones que, a pesar de formar parte del alma de todo un país, tendrán un futuro dueño.
El asunto es complejo. En el presunto testamento, supuestamente escrito en 2014, Franklin nombró a su hijo menor, Kecalf, como el albacea de la herencia.
Aunque parece que al principio designó a otro hijo, Teddy, para estar a cargo. Pero su nombre, escrito en la misma línea, está tachado y seguido del de la sobrina de Franklin, Sabrina Owens, también tachada.
Por lo tanto, el experto forense, además de determinar la validez del documento, tendrá que aclarar si fue modificado posteriormente para poner fin a una disputa familiar a la que la gran diva de la música negra permanece ajena.
Y es que el legado de Franklin ha seguido más vivo que nunca a lo largo de este año.
Los homenajes tras su muerte se alargaron durante varios días en Detroit, ciudad en la que personas llegadas de diferentes zonas de EE.UU. pasaron horas en la calle, bajo tormentas y el calor sofocante del verano, para decir adiós a la cantante en una capilla ardiente situada en el Museo de Historia Afroamericana.
Esta semana la ciudad ha organizado varios actos en su honor y se esperan asistencias multitudinarias.
Y para aquellos que no pueden acercarse a la localidad estadounidense, un documental inédito de la artista, «Amazing Grace», acaba de estrenarse, o pronto lo hará, en numerosos países.
La cinta, que se mantuvo oculta hasta ahora, consiste en un concierto filmado cuando Franklin se encerró en 1972 durante dos días en una iglesia de Los Ángeles (California) para grabar en directo uno de sus álbumes más celebres, titulado también «Amazing Grace», un nombre que hace más de cuatro décadas ya anticipaba que el legado de la «reina del soul» sería «impresionante».
EFE