María Fals
La autora es crítica de arte
En Francia, durante la década del 70 del siglo XIX, surgió en la pintura el movimiento impresionista, llamado así por la referencia peyorativa de Louis Leroy a sus representantes, a partir de su opinión sobre la obra de Claude Monet” Impresión: sol naciente”, que se expuso en la primera muestra de estos artistas en 1874.
El arte impresionista se caracterizó por romper con el uso tradicional de la línea como elemento de cierre de las figuras, dejando el protagonismo a la mancha de color y el manejo de la luz, utilizando las tonalidades complementarias para dar los contrastes de luces y sombras, sin acudir al claroscuro que se había utilizado generalmente, basado en el uso del negro.
La temática fundamental del aún vigente impresionismo es el paisaje, ese que van a pintar al aire libre, en contacto directo con la naturaleza, con la brisa del amanecer o del atardecer, captando lo fugaz, lo inmenso y hermoso de la Creación, el reflejo de los nenúfares sobre el agua, o el vapor que exhala la chimenea de un tren, o las diferencias de colores-luz en las paredes de una vieja catedral.
También aparece la figura humana en ambientes felices, generalmente en exteriores, a las orillas de los ríos, caminando en un jardín. Algunos de los artistas del impresionismo como Edgar Degas, utilizan las luces artificiales de los teatros, las danzas de las bailarinas de ballet y el desenfado del aseo femenino cuando las damas no son observadas.
La influencia de la fotografía y el grabado japonés les aporta la asimetría, otorgando espontaneidad a las imágenes en las que el punto focal puede estar fuera del cuadro, predominando las perspectivas oblicuas, cortando las figuras y dando un sentido inusual de continuidad.
En este estilo, además de los ya nombrados, se desarrollaron otros artistas como Édouard Manet, Pierre Renoir, Camille Pissarro, Berthe Morisot, Alfred Sisley. En España, Joaquín Sorolla fue un maestro del reflejo del agua y de las luces blancas sobre la piel e Ignacio Pinazo se convirtió en un mago del dinamismo y de la disolución de la forma.
Ya en América, el movimiento tuvo muchos representantes como la norteamericana Mary Cassatt. Otros mezclaron elementos académicos e impresionistas, entre ellos el cubano Esteban Chartrand, el mexicano Joaquín Clausell, el venezolano Emilio Boggio y el dominicano Abelardo Rodríguez Urdaneta, quien en algunas de sus obras pictóricas presenta influencia de este movimiento.
Ya en la década del 80 del mismo siglo, algunos creadores comienzan a alejarse del Impresionismo, buscando el rescate de la línea y de la captación de las emociones, dotando de gran expresividad a los personajes representados. Así surge el heterogéneo postimpresionismo, en el que destacan grandes precursores de las
Vanguardias Artísticas del Siglo XX como Paul Cézanne, Henry de Toulouse Lautrec, Paul Gauguin y Vincent Van Gogh, Edvard Munch y James Ensor. Cézanne, quien participó en la primera exposición impresionista, nunca pudo renunciar al uso de las líneas y fue cayendo cada vez más en la geometrización de la forma.
A partir de la admiración hacia su obra, y de la influencia del arte africano, Pablo Picasso y George Braque inician el cubismo, cuya primera etapa ha sido denominada cubismo cézanniano.
Toulouse Lautrec, ha sido considerado el padre del cartel moderno por las grandes figuras de artistas de cabaret que representaba, por sus textos de pocas palabras con letras en gran formato y por el uso de colores contrastantes. También con su pintura agitada, intensa y deformada, se convirtió en un precursor del expresionismo.
Van Gogh, un mundo de colores simbólicos, de intensidad infinita, de fuerza expresiva y catártica, con sus aportes contribuyó igualmente al futuro surgimiento del expresionismo en el siglo XX. Paul Gauguin, el banquero que dejó todo para dedicarse a su arte, que marchó a las islas del Pacífico para trabajar en contacto con lo primigenio como fuente de inspiración, influyó en la estética de las vanguardias del siglo XX a través de sus colores arbitrarios y la distorsión de la perspectiva.
El noruego Edvard Munch, con obras como “El Grito” y “Ansiedad”, muestra la angustia existencial, el temor ante la muerte, la enfermedad y los espacios vacíos. El belga James Ensor, muestra la mascarada de la vida, lo macabro de la sociedad humana simbolizada a través de figuras grotescas de colores contrastantes, convirtiéndose en
pre-expresionista, al igual que su colega noruego.
Por tanto, impresionismo y postimpresionismo revolucionaron el arte, rompieron con el pasado, aportando un cambio sustancial en las técnicas pictóricas y contribuyeron a abrir las puertas a lo antiacadémico e innovador que caracteriza a las manifestaciones artísticas del siglo XX.