Emely Tueni
DOHA,Qatar.-
Leyendo los periódicos digitales dominicanos me entero de la triste noticia de una joven señora, de nombre, Cristina García, quien residía junto a su esposo e hijo, en una torre de lujo de Santo Domingo, asesinada con un arma blanca, un crimen orquestado y llevado a cabo por su doméstica, en complicidad con el concubino de ella.
El hecho sangriento que ha conmocionado a la sociedad dominicana tuvo lugar en uno de los sectores más exclusivos de Santo Domingo, y en principio estuvo rodeado de cierto misterio, pues la torre donde está ubicada el apartamento de la señora Cristina García, cuenta con los más modernos equipos de seguridad, las entradas totalmente restringidas para los visitantes, lo que produjo una serie de especulaciones diferentes entorno a lo que parecía un crimen misterioso, pues la gente comentaba que el asesino, o los asesinos eran del entorno cercano de la joven señora ultimada, quien al parecer, con tan mala suerte, encontró a su empleada doméstica robándole un alta suma de dinero.
Al momento de redactar esta columna, los detalles del hecho sangriento no eran abundantes, pero, al menos, ya la policía dominicana informaba quien era la autora y su cómplice, e inmediatamente las conjenturas, las suposiciones, hipótesis que logicamentes surgen ante estos casos, dejaron de correr.
Este hecho, me recuerda otro similar, aunque con un mayor número de víctimas, aquel que sucedió en el sector Evaristo Morales, donde una pareja de ancianos , los esposos José y Teresa Vicioso fueron asesinados, luego de que su doméstica Lourdes Valenzuela planeara con una sobrina Josefina Santos, y su amante, a quien llaman el Chulo, robarles.
La doméstica, informó a su pariente que sus empleadores tenían un dinero guardado en su casa, y le sugirió buscar las personas indicadas para robar a los ancianos, los que finalmente murieron asesinados.
Sería injusto, meter a todas las empleadas domésticas en un mismo saco, pero, como andan las cosas, es mejor ser prudente, y desconfiar, pues ellas pueden resultar informantes peligrosas. Incluso, algunos hombres, compañeros sentimentales de empleadas del hogar, las usan para obtener revelaciones de dinero o joyas que puedan tener sus jefes.
En la mayoría de los casos las empleadas domésticas actúan correctamente, llegan a formar parte de una familia, pero, algunas hacen mucho daño, son las encargadas de contar a los cuatro vientos todas las intimidades familiares, y muchas diabluras más, es como vivir con el enemigo.