María Fals
La autora es crítica de arte
El Art Nouveau es el arte maravilloso de la “Belle époque”, la etapa idealizada que transcurre entre el “fin de siglo” XIX y los primeros veinte años del siglo XX. En cada lugar donde llegó este arte adoptó un nombre diferente, pero mantuvo en todos la misma raíz de amor a la naturaleza y búsqueda de lo asimétrico y decorativo.
Llamado modernismo en España, Liberty en Italia, Jugendstil en Alemania, Sezession en Austria y Modern Style en Gran Bretaña, combinó el hierro forjado, el hormigón armado, el ladrillo, la piedra, las maderas, las líneas curvas, los vitrales y los azulejos para lograr un caleidoscopio de colores, de misterios, de fantasía y onirismo donde el
sello de lo femenino evocó en ocasiones al Rococó Francés.
En la arquitectura se destacaron varios arquitectos como el catalán Antonio Gaudí (1852-1926), un soñador de formas casi imposibles con influencia del arte gótico y mudéjar, que pretendió unir el hormigón con la superficie pulida de la cerámica vidriada en el llamado trencadís y coronó de cruces multiformes sus construcciones como es el caso del templo de la Santa Familia y la casa Batlló en Barcelona.
En Bélgica la casa del Pueblo y la Casa Tassel fueron hermosos edificios diseñados por Víctor Horta (1861-1947). La casa del Pueblo fue un edificio público, sede de los sindicatos belgas, construido entre 1886 y 1899 y demolido en la década del 60 del siglo XX. Fabricado con vigas de acero, contaba con muros curvos y techo a doble
altura, y entre sus dependencias tenía un salón de actos con capacidad para 1500 personas, oficinas, cafetería y sala de juegos. La decoración de sus lámparas se inspiraba en flores y otros motivos naturales.
En ese mismo país se desarrolló mayormente la obra de Henry Van de Velde (1863-1957), arquitecto y diseñador de muebles. Fue director de la Escuela de Arte en Weimar que funcionó entre 1908 y 1915, y diseñó su casa llamada “Bloemenwerf” con un techo a dos aguas muy elevado con reminiscencias góticas inspirándose en la Casa Roja del arquitecto inglés William Morris.
Dentro del cartel del Art Nouveau tenemos al francés Jules Chéret (1936-1932), que utilizó la litografía a color para anunciar conciertos, fiestas y los espectáculos del bar del Folies Bergère. En sus creaciones la presencia de la belleza femenina fue casi constante, lo que dotó a su arte de sensualidad. En la República Checa Alphonse Mucha (1860-1939) también utilizó en el diseño de sus carteles figuras de elegantes mujeres, flores y líneas en forma de “s”, además de colores pasteles.
Con apego al Art Nouveau fueron creadas las obras de Gustav Klimt (1862-1918) quien pintó temas amorosos, mujeres de largas cabelleras y la evolución del cuerpo humano a través de las edades. Utilizó la técnica del pan de oro y la aplicación de láminas de plata, creando un ambiente brillante y fantástico en cada uno de sus complejos lienzos, donde fondo y figuras se complementaban.
En el campo de la escultura hubo diferentes autores que pueden clasificarse dentro de este movimiento. Es el caso del belga George Minne (1866-1941) quien trabajó el bronce con gran excelencia, dejando obras con alto contenido dramático como “Madre afligida protegiendo a su hijo”.
Trabajó el tema religioso y realizó fuentes como “La fuente de los jóvenes arrodillados”. Algunos historiadores del arte han ubicado a los escultores Camile Claudel y a Augusto Rodin dentro del Art Nouveau, aunque estos se movieron además entre estilos como el simbolismo, el impresionismo y el pre- expresionismo.
La orfebrería Art Nouveau tuvo grandes cultivadores como René Lalique (1860-1945), que representó en sus joyas, muchas veces asimétricas, la forma de rostros, de animales fantásticos, de libélulas, moscas y diferentes insectos, utilizando esmaltados, esmeraldas, brillantes y otras piedras preciosas para decorar sus piezas repujadas o trabajadas con delicadas filigranas.
Con el vidrio, el norteamericano Louis Tiffany (1848-1933) realizó hermosas lámparas utilizando la técnica del vitral, son famosos los vidrios soplados o moldeados de distintos colores de Emile Gallé (1846-1904) y del propio Lalique, quien hizo piezas decorativas y frascos para la exclusiva perfumería de Dior.
Entre colores, formas fluidas, con la mezcla de lo decorativo y lo funcional, se desarrolló el Art Nouveau, principio y fin de una época, dejando un hermoso legado de arte y belleza a la humanidad que se mantiene aún vigente.