Mayra Perera
Psicóloga
Muchas veces durante el proceso de duelo confundimos la tristeza con depresión; hay una diferencia notable en la manera de vivir un duelo normal y uno complicado con depresión.
En el duelo sano nos identificamos de forma normal con el fallecido; si hay depresión, la identificación es excesiva y con sentimientos ambivalentes.
Los pensamientos del duelo normal se centran en la pérdida y sus implicaciones; en el duelo con depresión el doliente se centra en sí mismo de forma negativa y persistente, hay pérdida de autoestima y concentración deficitaria.
Los sueños e imaginación en el duelo normal son claros y relacionados con la pérdida; en cambio cuando hay depresión, la imaginación es negativa con alteración en la respuesta física.
Los estados de ánimos son cambiantes en el duelo normal, hay respuesta al afecto y contacto físico, se quiere estar y ser escuchados por amigos íntimos y familiares, generan comprensión y empatía, se siente placer aunque sea de forma restringida, no hay pérdida de iniciativa; en el duelo con depresión se mantienen fijos en el rechazo, desesperanza y tristeza, la persona no avanza, responde a estímulos externos, se aísla familiar y socialmente, hay pérdida de placer de forma permanente; es generador de rechazo e irritación en los que le rodean, hay pérdida de iniciativa.
A nivel espiritual en el duelo normal los cuestionamientos al Ser superior son pasajeros, hace revalorización de la vida, no son frecuentes las ideas suicidas; si el doliente está deprimido la vida no tiene sentido, no hay respuestas , las ideas suicidas son frecuentes, algunas con intento
auto lítico.
El duelo solo se da por una pérdida, la depresión puede aparecer con ausencia y en presencia de una pérdida. La medicación en el duelo sólo es eficaz si hay depresión o historia de alguna psicopatología previa, en ese caso, se recomienda un profesional de la salud mental.