Margarita Quiroz
La Virgen de la Altagracia, protectora de los dominicanos, siempre fue invocada por los protagonistas de la lucha independentista en procura de salir vencedores y liberar al pueblo del yugo haitiano dominante durante 22 años.
Durante la lucha por la Independencia Nacional, nuestro patricio Juan Pablo Duarte y miembros de la sociedad secreta la Trinitaria confiaron sus planes en la fe católica, en la que a ciegas basaban sus principios religiosos. La Virgen de la Altagracia -en ese sentido- siempre fue su guía.
En la conferencia “Duarte y su devoción por la Virgen de la Altagracia”, dictada en el contexto de la XIV Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2011, el conferencista, doctor Rafael Leónidas Pérez y Pérez, general de brigada médico internista-oncólogo, hace una interesante recopilación de ideas de historiadores que afianzan esta reflexión.
Pérez y Pérez cita a Daniel Nicanor Pichardo en su opúsculo “La Bandera Nacional Dominicana”, quien expresa: “Parece evidente que en la bandera, en la concepción del patricio referente al símbolo, hay una influencia de índole religiosa del catolicismo. La Virgen de la Altagracia tiene los matices que ostenta la Bandera Nacional. La patrona de Higüey, madre espiritual del pueblo dominicano, en su ropaje ciñe los colores que nos identifican. No es un mero coincidir, quizás, que la tradición cristiana católica febricitante y definitivamente influyente en la formación y educación de los dominicanos ejerciera su influjo sobre el principal cultor de la República y éste adoptara los significantes azul y rojo que atraviesa la cruz blanca dando perfil simbólico al contorno territorial de la nación”.
Es posible -destaca Pichardo- que en su retina ancestral prevalecieran las enseñanzas de su madre, quien pertenecía a familias de Santa Cruz del Seybo, en la región Este del país, de acentuados principios católicos, quien, según apunta el historiador Mañón Arredondo, prendía medallas de la Virgen en las sábanas de la cuna del niño Duarte.
Además, Pérez y Pérez hace referencia al historiador Orlando Inoa en su “Biografía de Juan Pablo Duarte”, quien relata que el fervor cristiano del patricio se manifiesta con esplendor en el “Juramento Trinitario”, elaborado el 16 de julio de 1838 en la instalación de La Trinitaria, sociedad genitora de la República.
Recordemos: “En el nombre de la Santísima, Augustísima e indivisible Trinidad de Dios omnipotente: juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente señor Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes habidos y por haber, a la separación definitiva del Gobierno haitiano y a implantar una república libre y soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules, atravesado con una cruz blanca; la República establecerá su correspondiente escudo de armas. Mientras tanto seremos reconocidos los trinitarios, con las palabras sacramentales: “Dios, Patria y Libertad”. Así lo ratifico y prometo ante Dios y ante el mundo. Si tal hago, Dios me proteja y de no, me lo tome en cuenta y mis consocios me castiguen el perjuicio y la traición, si los vendo”.
El Día de la Virgen de la Altagracia. La historia relata que el lunes 16 de julio de 1838, día de la fundación de la Trinitaria, doña Manuela Díez, madre de Juan Pablo Duarte, puso en el pecho de su hijo una medalla de la Virgen María trajeada con los colores que iban a ser distintivos de los símbolos patrios.
A principios de 1900, monseñor Arturo de Meriño, arzobispo de Santo Domingo y presidente de la República, pidió a la Santa Sede la concesión de oficio divino y misa propia para el Día de la Virgen de la Altagracia, suplicando además que fuese como festividad de precepto los 21 de enero, ya que los 15 de agosto no se podía, pues la Iglesia católica celebra en esa fecha el Misterio de la Asunción de la Virgen a los Cielos. El pedido fue aprobado y en 1954 fue declarada oficialmente, por ley, protectora nacional.
Coronada dos veces. La imagen de la Virgen tuvo el privilegio especial de haber sido coronada dos veces: el 15 de agosto de 1922, por el pontificado de Pío XI, y por el papa Juan Pablo II, quien durante su visita a la isla, el 25 de enero de 1979, coronó personalmente la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo personal suyo a la Virgen, primera evangelizadora de las Américas, cita la articulista Leonor Asiles en un artículo publicado en este diario.
Cuando llegó la devoción a la isla. En el libro “Historia de nuestra Virgen de la Altagracia”, de la autoría del inglés John Fleury, se explica: “un examen cuidadoso de la información disponible nos lleva a postular la hipótesis de que Frey Nicolás de Ovando era uno, si no el que introdujo la devoción a nuestra Virgen de la Altagracia en la isla de La Española el 15 de abril de 1502.
Catolicismo
En la Cartilla Duartiana número 11 sobre el “Nacimiento y bautismo de Juan Pablo Duarte, fundador de la República”, el historiador Daniel Nicanor Pichardo Cruz, dice lo siguiente:
“El 26 de enero, cuando la Iglesia católica consagra este día a los santos Timoteo y Tito, obispo y mártires, conforme señalan los autores Mario Sgarbossa y Luigi Giovannini, ambos santos discípulos y fieles colaboradores de Pablo, el ‘apóstol de las gentes’ (de los gentiles), hoy denominado “el apóstol de las naciones” por la Iglesia, después que se convirtieron al cristianismo resultaron infatigables viajeros evangelizadores y organizadores junto al apóstol Pablo, de comunidades cristianas, adonde asentaron el evangelio y enseñaron preceptos doctrinarios de Jesucristo como semilla de paz y de libertad, coincidencialmente nace Juan Pablo Duarte Díez, (primera década del siglo XIX), es el cuarto hijo del matrimonio Duarte-Díez”.