Petra Saviñón Ferreras
El culto al morbo es tan antiguo como la naturaleza humana misma. Nació con ella, es un sello distintivo multifuncional, nos retrata, nos entretiene y nos daña.
Las redes fueron sacudidas este miércoles por el caso de un hombre que pidió a su compañera introducirle un envase por el ano mientras sostenían relaciones sexuales.
La información llegó a los medios de comunicación desde el mismo hospital en el que fue ingresado y operado el ciudadano y ese es el tipo de cosas que hace obligatorias algunas preguntas.
¿Quién elaboró la nota de prensa que explicaba con lujos de detalles las circunstancias en las que ocurrió ese incidente? ¿Quién dispuso enviarla a los medios de la forma en la que fue redactada?
Hubo incluso periódicos que en su versión digital colocaron la radiografía que muestra el objeto dentro del cuerpo.
Defensores de la publicación de ese suceso arguyen que sirve para conocer más la sexualidad de los dominicanos y otros para prevenir sobre el riesgo de esa práctica.
No obstante, ese hecho aislado no basta para dar una idea de cómo son las relaciones sexuales en el país, qué ha variado, ni qué elementos nuevos han sido incorporados.
En cuanto a la prevención, una cosa es hacer una nota para advertir a la gente sobre el peligro de esa acción temeraria y explicar que lo hacen porque han recibido casos y otra muy distinta colar ese reporte con datos a los medios de comunicación de la manera burda en la que lo hicieron, hasta con la edad del paciente y la radiografía, como material gráfico para ilustrar.
Circuló ayer la versión de que el personal médico que divulgó la información sería sancionado. Ojalá así sea y pueda ser castigada la falta de ética que conlleva agravar el estado de vulnerabilidad de un paciente al filtrar su condición y que esos que lo hicieron recuerden que son pasibles de demanda.