Petra Saviñón Ferreras
Las crisis sacan lo mejor y lo peor de los seres humanos. Esa frase ya está pegada sola en los labios y en los oídos de la gente que en días como estos la mantiene ahí, entre sus vocablos de reserva.
Mas, que suene repetidísima, harto conocida, no le resta un ápice de veracidad, al contrario, ser tan usada solo muestra el tamaño de la verdad que arroja.
En esta situación que nos arropa, cada acto de solidaridad es agradable, cada ayuda bien destinada cierra un hueco, cubre una necesidad y libera tensión, dolor.
Pero si es cierto que siempre hay altruistas dispuesto a dar-se, es igual de verdad que los oportunista siempre estarán al acecho para pescar con largo anzuelo en este río tan revuelto.
Aunque en la forma lo que importa es que la cooperación llegue, en el fondo vale que sea de manera auténtica, genuina, que cada gesto muestre, describa el rostro de su dueño.
La compasión, la piedad por los que menos o nada tienen, son valores intocables en un mercado en el que inclina la balanza el afán de protagonismo, de lauros.
Todos estamos llamados a brindarnos, a dejar que nuestra capacidad de entrega nos preceda, esto es espíritu de colaboración. ¿Lo otro? Solo búsqueda de focos.