Cuba celebra este domingo un inusual referendo sobre un nuevo Código de las Familias respaldado por el gobierno que permitiría el matrimonio igualitario y la adopción por parte de parejas del mismo sexo, además de delinear los derechos de los niños y los abuelos.
Se trata de una nueva norma de más de 400 artículos que toca por primera vez el tema de los derechos de las parejas homosexuales y la adopción, lo que ha generado polémica en la isla. También contiene otros puntos novedosos, como la legalización de la “gestación solidaria” —que permitiría a una mujer tener un hijo para otra persona sin fines de lucro_, la ampliación de los derechos de los abuelos para garantizar su comunicación o entregarles la “responsabilidad parental” de sus nietos, algo considerado vital en Cuba donde suelen convivir en un mismo hogar hasta cuatro generaciones y la emigración hace que muchos menores sean criados por los ancianos.
El referendo tiene lugar en medio de la más profunda crisis económica en décadas en la nación comunista, donde la principal preocupación entre sus más de 11 millones de habitantes es sortear la escasez de alimentos y medicamentos, además de los apagones cada vez más constantes.
El presidente Miguel Díaz-Canel votó temprano y dijo que espera un respaldo mayoritario. Destacó asimismo que el nuevo código nació de una necesidad social y porque en los últimos años la sociedad cubana se ha vuelto más heterogénea, cambiaron las familias cubanas y aparecieron nuevos tipos de relaciones.
“Creo que no hemos superado en 62 años (de la Revolución) un criterio de patriarcado en algunas familias, ni la comprensión hacia la diversidad”, señaló.
La iniciativa define el matrimonio como la unión voluntariamente concertada de “dos personas” y no “entre un hombre y una mujer”, como establece la norma vigente de 1975, lo que abre las puertas a la unión entre personas del mismo sexo, un tema controversial y sensible en una sociedad considerada machista y un país donde en los primeros años de la Revolución los homosexuales fueron frecuentemente detenidos y enviados a campos de trabajo para su “rehabilitación”.
Miguel Alberto Galindo, de 64 años y quien tiene un pequeño puesto en el mercado en La Habana, sufragó a primera hora y afirmó que dio su voto de respaldo. “El voto por el ‘Sí’ es un voto por la patria. El código atiende a todas las familias y es hora que los homosexuales tengan los mismos derechos que los demás”, señaló.
Urselia Morales Toriza, de 74 años y vestida con ropas blancas de los seguidores de la religión de origen africana, también votó afirmativamente, “por toda la familia cubana, porque somos todos iguales”.
Alejandro Rodríguez, de 33 años y quien trabaja en una ferretería, votó por el “No” y opinó que “algunas cosas del código son buenas, pero otras son malas y creo que la mayoría de la gente no votará”.
Explicó que no está de acuerdo con que los homosexuales tengan los mismos derechos de las familias “normales” y la patria potestad de los niños.
La comunidad LGBT en Cuba apoya el nuevo código, al igual que otras figuras como Mariela Castro —hija del expresidente Raúl Castro y sobrina de Fidel, quien respalda los derechos de las parejas del mismo sexo, aunque genera preocupación y es resistido por el conservadurismo social en Cuba, donde las iglesias evangélicas han estado creciendo. Varios líderes religiosos han expresado su preocupación de que pueda debilitar al núcleo familiar tradicional.
El proyecto fue aprobado por la Asamblea Nacional luego de que fue sometido a varios meses de debate en reuniones populares, pequeñas asambleas en barrios y centros de estudios en las cuales los ciudadanos expresaron su apoyo o rechazo, realizaron propuestas o plantearon sus dudas.
El código es una de las nuevas normas que deben actualizarse tras la reforma de la Constitución en 2019 y sus redactores buscaron reflejar las relaciones personales en toda su diversidad, aunque algunos temas han generado la resistencia entre los grupos conservadores.
AP