Petra Saviñón Ferreras
El revuelo causado por la encuesta del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo que arroja la cantidad de extranjeros en el país evidencia lo sensible que está la población al tema.
Sondeos desatados por esa investigación muestran a ciudadanos escépticos a creer que la cifra de inmigrantes sea solo de un poco más de medio millón (571 mil).
Les parece ilógico que de los 498 mil haitianos que registra el documento, la mitad haya ingresado en solo cuatro años, o sea que este cuatrienio ha sido el del desborde total.
Presuroso, el Gobierno salió a respaldar la fidelidad de esos datos con notas de prensa en las que funcionarios daban detalles del proceso.
No obstante, aun no queda claro si esa cantidad incluye a los irregulares, porque percepción o no, los detractores citan como ejemplo que los barrios del Gran Santo Domingo y el país enterito están llenos de haitianos a los que de a poco pero constante suman su presencia venezolanos.
La migración es un derecho de los ciudadanos. No está en discusión pero regularla es un deber de los Estados y tampoco cabe discusión.
Lo que más llama la atención es el momento en el que ha sido publicada esa encuesta, cuando los ánimos están caldeados por el tema de la migración haitiana.
Es como para pensar que las autoridades buscan frenar la avalancha de comentarios, de afirmaciones de que el asunto ha salido de las manos encargadas de domarlo y que las políticas implementadas en la frontera no tienen los anunciados y esperados resultados.
¿Quién recibe los mayores beneficios de esa entrada de personas que en muchos casos deben pasar vicisitudes inimaginables para cruzar a este lado tantas veces a pie, pero ya no por El masacre?