Petra Saviñón Ferreras
La autora es periodista
Casos judiciales hay muy mediáticos no por el delito cometido, ni siquiera por quién los comete. Lo son por la fama de los parientes de los acusados y eso es usado como estrategia para vender noticias, no solo por los medios de comunicación, igual lo hace el Ministerio Público.
Pasmante resulta ver los titulares de periódicos, noticieros de televisión y claro, los del informador de más amplio espectro, las redes sociales.
A veces son tan poco guardadas las formas que brota morbo de la manera en la que destacan el parentesco del imputado con la figura pública, sin sopesar en el agrandamiento del daño moral y emocional. Entonces surgen tantas interrogantes sobre el objetivo perseguido con esto.
Todo termina mezclado y transformado en una combinación entre hacer atractiva una información con ese recurso cruel y el interés de sacar provecho con el debilitamiento de la imagen de personas conocidas, a las que según la Constitución sus vínculos familiares no las hacen responsables de actos cometidos por terceros.
Así las cosas, esa propalación de contenido genera debates en los que al final los parientes pasan al banquillo imaginario y los procesados son los que menos protagonismo tienen.
Ahí todos a verter opiniones sobre el valor de la familia, la crianza, el modo en el que deben ser educados los hijos, el ejemplo que deben dar los padres y madres.
Lo más fácil es criar vástagos ajenos, desde la distancia, obvio y todos somos excelentes progenitores hasta que tenemos prole.
Claro que las alertas sobre la importancia de la buena crianza nunca están de más y encierra una gran verdad ese postulado de que la sociedad necesita referentes apropiados.
Mas, ocurre que no todas las críticas a los que han visto a su descendencia caer a ese foso triturador, alías cárcel, son hechas con el fin de colaborar. Mucha crueldad ha sido depositada en esos espacios de difusión.