Petra Saviñón Ferreras
Monseñor Freddy de Jesús Bretón Martínez, un pastor impregnado del olor y la sencillez de sus ovejas, critica este sistema decadente con una genuinidad que hace a esta corderita que no pertenece al redil cristiano ni a ningún otro, reflexionar y a veces hasta reír a mandíbula batiente.
En el día de Corpus Christi reprocha con su lenguaje llano y sabio a un cuerpo de políticos bajos, de mentalidad miserable que no respeta al oponente y que lo detracta con insultos rastreros. Uno de sus medios predilectos son las redes sociales.
Bien sabe el cura que ese desprecio, ese pisotear, esa falta de escrúpulos con la que actúan algunos seres frente a sus semejantes están sustentados sobre la necesidad imperiosa de obtener poder (semejanza en el plano político, habrá que ver qué tan humanos son los que incurren en esta canallada).
Es esa ambición desmedida la que hace perder la noción y caer en bajezas inimaginables, la que provoca echar mano a recursos inescrupuloso, soeces, para derribar al contrario.
Ese accionar engloba agravios y campañas sucias, ahora gracias a la tecnología expresada de modo más fácil y con más alto impacto en la manipulación de imágenes y audios.
La compostura, el decoro, la decencia brillan por su ausencia en la conducta de los que sin ningún miramiento incurren en ignominias que afectan a sus víctimas y a ellos mismos, porque de forma penosa quedan desnudos con esa fea piel infestada por la perversidad.
Ay, monseñor, solo resta que las acciones de los aferrados a la buena voluntad logren la tan anhelada sana convivencia para que los seres humanos dejen de devorar a sus congéneres.