Petra Saviñón Ferreras
La autora es periodista
El abuso, el atropello cometido a iguales o a inferiores, marca, duele, lacera a veces de por vida. Es una realidad más fácil de evadir que de afrontar y las justificaciones llenan el saco de las excusas
La más manoseada “son cosas de muchachos”, resulta a veces como si esos niños nunca crecieran, puesto que esta práctica pueden extenderla hasta que ya no son tan imberbes y ese pretexto sigue latente.
El cerebro es una máquina tan compleja, que resultaría interesante penetrar hasta la materia gris de los abusadores y saber qué hay distinto, que los mueve a sentir placer con el dolor ajeno, sí a ser sádicos.
Ya hemos leído y escuchado que los líderes, pues los humilladores nunca actúan solos, son personas con muchas carencias emocionales, maltratadas que vuelcan esa rabia hacia otras más indefensas aún.
De los cómplices nos dicen que apoyan estas agresiones por temor a ser víctimas también, o sea que igual son entes rotos.
Más allá de esos análisis, habría que ver el mundo de estos seres y seguir ese comportamiento durante lo largo de su vida. Si mientras dañan con sus burlas, alguna vez han pensado en el daño que causan o si lo han hecho después.
Si los que cometen esos actos execrables de pequeños, continúan con esa tendencia o ya adultos lo han dejado atrás. Si guardan algún tipo de remordimiento, si han pedido excusa a sus torturados.
Si cuentan esto como cosas de infancia sin arrepentimiento, si apoyan que sus hijos lo practiquen ¿Cuál sería su postura en caso de que sus vástagos sean ultrajados, maltratados tal como ellos lo hicieron a otros?
Justificar las vejaciones con cuestiones como que los verdugos igual son víctimas no resuelve el problema, el ultraje no ayuda. Es como si la intención fuese que el ultrajado acepte esas humillaciones.
La educación integral, que debe abordar la salud mental, requiere trabajar con afectados y victimarios, sí pero para lograr transformaciones e individuos capaces de convivir sin dañar ni dañarse, pues los abusos en planteles, ahora bullying, impactan incluso la capacidad de aprendizaje, el intelecto.