Petra Saviñón Ferreras
La autora es periodista
El caso Calamar abre más puertas, como esos lugares enormes con tantas salidas y claro, entradas o como una gran caja de Pandora, que nadie, salvo los que la poseen, saben que encierra.
Voces, voces que defienden a imputados, voces que los condenan, voces que reclaman transparencia, voces que afirman que falta gente en el expediente y que el presunto entramado incluye a funcionarios a los que pretenden proteger.
Sobra decir que esta población espera y reclama justicia y no a medias. Hasta ahora han salido a relucir dos nombres de personas ligadas al Partido Revolucionario Moderno pero de inmediato igual las aseveraciones de que solo son peones sacrificados para proteger al rey.
Ojalá que así no sea, que no haya ni chivos expiatorios ni caigan no más algunos culpables, que esto vaya más allá de un juego de ajedrez, de poder y que todos los señalados sean investigados.
Tampoco es cosa de convertir a Emilio (Mimilo) Jiménez en un héroe nacional porque nada más lejos y de decapitar sin ton ni son ante la más ligera mención.
No es esto, señora Milagros Ortiz Bosch, cuestión de que un acusado renuncie a su cargo en el Estado para ser indagado.
Sí, de acuerdo, es lo que dicta la dignidad, el decoro pero hay mecanismos para apartar del puesto y no significa una condena. Existe la suspensión hasta que la justicia decida sobre ese ciudadano, ciudadana o ciudadane, ahora que queremos tanto la inclusión.
San Ramón saque con bien a este país.