Rafael Ramírez
La palabra corrupción encierra diferentes significados que van desde la acción de dañar, corromper o sobornar a alguien.
En nuestro país y en mucho países como el nuestro, la corrupción gubernamental es el pan nuestro de cada día, porque es la forma más rápida de los políticos de hacerse ricos y la razón es, que mucho de los funcionarios carecen de conciencia social, educación o de una cultura del compromiso, poseen paradigmas distorsionados y negativos.
La mayoría de los políticos son un mal ejemplo para la juventud, porque ese es el legado que les están dejando a nuestros hijos: la manera más rápida de hacer dinero y sin mucho esfuerzo.
El patricio Juan Pablo Duarte nos decía en uno de sus tantos pensamientos: “La política no es una especulación; es la ciencia más pura y la más digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligencias nobles”.
Muchos de nuestros políticos se encargaron de distorsionar este pensamiento con sus hechos.
Nosotros los padres de familia debemos de reforzar en el seno del hogar los valores éticos y morales a nuestros hijos y exigirles al Ministerio de Educación que incluya de nuevo la asignatura de “Moral y Cívica”, como materia básica dentro del proceso escolar primario y secundario de los estudiantes y así inculcarles a nuestros jóvenes la importancia de la solidaridad, honestidad, respeto, responsabilidad, integridad, justicia, lealtad, equidad y sobre todo amor a su Patria, con el firme propósito de combatir esos ejemplos negativos de algunos funcionarios corruptos que llegan al arca del Estado para hacerse rico.
Aunque estoy claro como ciudadano que para que existan corruptos deben de existir corruptores, es decir, que muchos de nosotros como personas comunes tenemos parte de la culpa, desde el conductor que paga para evitar una multa hasta las empresas que pagan a funcionarios públicos para obtener la concesión de una obra, como también para evadir grandes cantidades de impuestos y así, de esta forma empobreciendo más al país.
En la actualidad, muchos son los casos de corrupción que ocupan las portadas de los periódicos y a los que los informativos dedican buena parte de su tiempo, pero no hay consecuencias “todo queda impune”.
Podemos señalar algunas prácticas corruptas más utilizadas, como la utilización de un cargo público para beneficio propio. Quienes buscan enriquecerse a costa de un puesto de responsabilidad pública, provocan un sobreprecio en las obras y servicios públicos. Ese sobreprecio, desgraciadamente es pagado por los ciudadanos, dado que repercute en un costo mayor para las administraciones públicas.
En definitiva, la corrupción es el peor enemigo del desarrollo económico de un país, porque aumenta los costos para las empresas e impacta a todos, especialmente a los más pobres, es decir, aumenta la desigualdad. Por lo tanto, debemos decir un “No” rotundo a la corrupción.