La ola de violencia que sacude Francia desde el pasado miércoles por el asesinato del joven Nahel, de origen argelino, ha tomado una intensidad que no conoce precedentes. Recuerda a la crisis desatada en el 2005, cuando dos jóvenes de la periferia de París murieron electrocutados mientras huían de la policía.
El perfil de los violentos ha cambiado. Más jóvenes -menores de 18 años- y radicalizados. También más digitalizados. Se convocan en redes sociales, donde presumen de las hazañas.
Este domingo los disturbios aminoran en Francia pero el amplio despliegue de seguridad se mantiene
La noche del sábado las protestas fueron más violentas en la ciudad de Marsella, donde imágenes de video muestran a la policía usando gases lacrimógenos para controlar a los manifestantes.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, tuiteó que hubo 427 arrestos en la noche del sábado y felicitó a las fuerzas de seguridad por «sus acciones decididas que condujeron a una noche más tranquila».
La noche del viernes se produjeron más de 1.300 arrestos, y más de 900 la noche del jueves.
Mientras tanto, los llamados a la calma de las autoridades y figuras públicas como el jugador de fútbol Kylian Mbappé no parecen surtir efecto.
Nahel, un adolescente de 17 años, murió el martes después de que un policía le disparara en el pecho.
Según los primeros indicios de la investigación, dos policías en motocicletas querían controlar el automóvil que conducía Nahel y que circulaba a gran velocidad «por un carril bus» en el suburbio parisino.
Los policías le habrían indicado al conductor que se detuviera en un semáforo en rojo, pero este arrancó de nuevo.
El agente acusado de dispararle ha sido detenido por cargos de homicidio, pero las protestas en Francia no se detienen.
A continuación te explicamos en tres claves las razones que desataron la serie de disturbios que sacude a Francia.
1. Quién era Nahel y cómo murió
Nahel era un joven de origen argelino, un hijo único que fue criado por su madre en el distrito Vieux-Pont de Nanterre, según el diario local Le Parisien.
El joven estaba matriculado desde 2021 en el liceo Louis Blériot en la localidad de Suresnes, otra ciudad periférica, donde esperaba obtener un certificado de aptitud profesional como electricista.
Mientras tanto, Nahel se ganaba la vida como repartidor de pizza.
Era un «niño de barrio» que tenía «ganas de encajar social y profesionalmente, (no era) un niño que vivía del tráfico de drogas o en la delincuencia», le dijo a Le Parisien Jeff Puech, presidente de un club donde el joven jugaba rugby.
Según sus abogados, Nahel también era «muy querido» en su barrio.
Por su parte, su madre lo describió como su «todo».
«Era mi vida, era mi mejor amigo, era mi hijo, era todo para mí», dijo Mounia M. frente a las cámaras de la televisora nacional BFMTV.
Los abogados de Nahel insisten en que los antecedentes penales del adolescente estaban limpios. Lo que no quiere decir que nunca haya tenido altercados con la policía.
Pocas horas después de su muerte, la fiscalía de Nanterre aseguró en un comunicado que el adolescente era «conocido por los servicios de justicia, en particular por negarse a obedecer».
Según el relato del policía que disparó, Nahel habría muerto precisamente tras desobedecer la orden de alto.
El incidente ocurrió el martes por la mañana cerca de la estación de tren suburbano Nanterre-Préfecture, al oeste de París.
En un primer momento, fuentes policiales aseguraron que un vehículo había embestido contra dos agentes en motocicletas.
Pero un video que circula en las redes sociales, autenticado por la agencia AFP, muestra que uno de los dos policías apuntó al conductor y luego disparó a quemarropa cuando el auto arrancaba.
En el vídeo se escucha que alguien dice «te van a dar un tiro en la cabeza», pero no se le ha atribuido esa frase a nadie en concreto. Nahel murió poco después de recibir un impacto de bala en el pecho.
El policía de 38 años sospechoso del tiro mortal fue detenido como parte de la investigación.
2. «Racismo» y brutalidad policial
El caso de Nahel ha reavivado la controversia sobre la acción policial en Francia, donde se registró un récord de 13 muertes durante controles de tráfico el año pasado.
Nahel es la segunda persona este año que muere de esta manera en Francia.
Hace dos semanas, la policía disparó contra un conductor de 19 años en una ciudad en el oeste de Francia, luego de que presuntamente golpeara a un agente en las piernas durante un control de tráfico.
Organizaciones como Amnistía Internacional y el Consejo de Europa han acusado recientemente a las fuerzas de seguridad francesas de abuso policial en el manejo de manifestaciones masivas, como las de los «chalecos amarillos» o las más recientes protestas contra la reforma de las pensiones.
Pero la muerte de Nahel parece poner en evidencia que el problema va más allá.
A tres días de su muerte, la ONU le pidió este viernes a Francia que aborde con seriedad los problemas de racismo y discriminación racial dentro de sus cuerpos policiales.
«Ahora es el momento de que el país aborde seriamente los problemas profundamente arraigados de racismo y discriminación racial entre las fuerzas del orden», aseguró Ravina Shamdasani, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos durante la conferencia de prensa regular de la ONU en Ginebra, Suiza.
Shamdasani hizo también un llamado a las autoridades francesas para que garanticen que el uso de la fuerza por parte de la policía para enfrentar a los elementos violentos durante las manifestaciones respete los principios de legalidad, necesidad, proporcionalidad, no discriminación.
3. El problema de los suburbios
La muerte de Nahel ha despertado nuevamente la ira de los suburbios desfavorecidos en Francia, esas barriadas periféricas que a menudo albergan a los sectores más pobres de la sociedad francesa.
«Las personas que viven en estas comunidades tienen dos veces más probabilidades de ser inmigrantes que el promedio nacional y tres veces más probabilidades de estar desempleados», escribió Iona Lefebvre en su artículo para el Instituto Montaigne.
Estos barrios, conocidos como banlieues (la periferia de las ciudades), se vuelven escenarios de violentas protestas tras casos como el de Nahel, que ocurren con cierta frecuencia.
En 2005 fue el suburbio parisino de Clichy-sous-Bois el que estalló, tras la muerte de dos jóvenes musulmanes de 15 y 17 años, electrocutados en una subestación eléctrica cuando escapaban de la policía.
Nicolas Sarkozy, quien era en ese entonces ministro del Interior y luego sería presidente de Francia, calificó a los manifestantes que comenzaron las protestas de «escoria».
La banlieue se volvió a despertar en 2017, luego de que el joven Théodore Luhaka fuera violentamente maltratado por la policía en otro suburbio de París, Seine-Saint-Denis.
Con datos de agencias, BBC News Mundo y El Mundo