Manuel Díaz Aponte
No es que sea el final del mundo y que todo se derrumbará no; más bien, es el comienzo de una nueva era, de un mundo dominado por un virus mortal.
Ahora debemos ser más proactivo y con la paciencia de Job buscar alternativas para aliviar el entorno que nos rodea.
Esta pandemia pudo haber sido menos catastrófica de haberse actuado unificadamente y con determinación global, pero no ocurrió.
“El mundo no fue capaz de unirse y enfrentar la covid-19 de forma coordinada”, sentenció el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el portugués Antonio Guterres.
Sus palabras con tintes diplomáticos no esconden las profundas heridas dejadas por el comportamiento de una parte del liderazgo político mundial que sistemáticamente ha lanzado lodo contra la Organización Mundial de la Salud (OMS), acusándola de “incompetente” para afrontar el cuadro sanitario vigente.
Paralelamente se abren las ventanas y así vemos la incapacidad del modelo económico prevaleciente de resolver con presteza este agudo problema de salud mundial.
Hay que sumarle además, que tampoco ha reducido la pobreza, insalubridad, ni mucho menos ha propiciado un reordenamiento jurídico que garantice la propiedad de la tierra para dignificar la vida del ser humano.
En aislamiento y sencillez se ha conmemorado 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, que engendró el actual sistema político y económico global.
Esta data coincide con otro acontecimiento que podría definir el nuevo orden mundial que se avecina.
Otro Escenario Mundial
De ese conflicto, Estados Unidos salió endeble y Europa devastada, coyuntura que hizo de los estadounidenses la brújula a seguir en los cimientos de la recomposición del capitalismo moderno.
Surge la Organización de las Naciones Unidas con su sede principal en Nueva York; se crea el Fondo Monetario Internacional (FMI) durante una conferencia de la ONU en Bretton Woods, Nuevo Hampshire y posteriormente el Banco Mundial cuya sede está en Washington.
Esas instituciones económicas vislumbraron la ruta del capitalismo post Segunda Guerra Mundial, y en el periodo (1944-1950), aparecen las entidades primarias para su consolidación.
El brazo de la seguridad mundial se fortalece con la rúbrica del Tratado de Washington de 1949, que permitió el nacimiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Países localizados en ambos lados del Atlántico firmaron su constitución, ellos fueron Bélgica; Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido.
La estrategia esencial de la OTAN era defenderse ante una eventual agresión de la otrora poderosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
La columna militar de alcance global que creó la URSS para enfrentar a la OTAN, fue el Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua, mejor conocido como Pacto de Varsovia.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) por un lado, y la temible KGB por el otro lado, eran las estructuras de inteligencia y contrainteligencia de seguridad que Estados Unidos y la antigua URSS manejaban para proteger sus intereses.
Nueva Era
El distanciamiento físico recompensado por el acercamiento virtual de la tecnología “frena” por el momento la ira de quienes viven atrapados en cuarentena.
Refuerza igualmente la visión futurista del trabajo en línea reemplazándose los tradicionales espacios laborales en las oficinas que hemos conocidos.
La mortal Covid-19 sigue estrangulando a la humanidad, llevándose a la tumba desconocida a más de trescientas mil alrededor del planeta con una intensidad y velocidad similar a los rayos del sol.
Es medular saber si lo que vendrá ¿será más humano? Y si, ¿habrá menos inequidad y más inclusión social?
Aspiración enarbolada por la humanidad en más de medio siglo de dominación de las instituciones soportes del cuestionado esquema prevaleciente.
En medio de la pandemia y pese a críticas por la ocultación de informaciones al iniciarse la misma, la República Popular de China sigue su agenda de prioridades.
Y una de ellas, es ampliar y fortalecer su dominio en las islas artificiales dentro del esquema estratégico de la Ruta de la Seda, formidable y mega millonaria inversión de infraestructuras que permitirá a Beijing “tener el mundo en sus manos”.
Este proyecto económico y comercial contempla construcciones de puertos, ferrocarriles y aeropuertos.
Trece naciones de la Unión Europea han suscrito memorándum de entendimiento con China a favor de la Ruta de la Seda.
La Unión Europa para China representa un socio comercial de más de un billón de euros al día en transacciones comerciales bilaterales.
¿Quién pierde?
Estados Unidos y China se juegan su liderazgo en esta época del covid-19, arrastrando ambas potencias su arsenal logístico para internamente detener la pandemia.
Los chinos están sacando ventajas con millonarias ventas de todo tipo de material de protección desde mascarillas, guantes, ventiladores, trajes protectores para los servicios de salud y otros insumos sanitarios.
“Si bien EE.UU. ha demostrado claramente su incapacidad de manejar la crisis de la pandemia global, China busca llenar el vacío de EE.UU. en el liderazgo mundial”, escribió Kurt Campbell, ex diplomático y director de estudios sobre asuntos chinos en Brookings Institution.
EE.UU. luce fragmentado ante la pandemia no tan solo porque es el país con el mayor número de muertes y contagios en el mundo, sino porque no ha podido satisfacer las necesidades domésticas por la escasez de medios e insumos sanitarios.
Incluso resalta el mal manejo del presidente Donald Trump a la crisis de salud, ignorándola en principio y luego en solitario, sin una agenda unificadora para proteger a la sociedad estadounidense.
Del ébola al Covid-19
Contrario al ex presidente Barack Obama (2009-2017) quien condujo atinadamente la crisis sanitaria del ébola entre los años de 2014 y 2015. Su administración ayudó y coordinó con diversas naciones para controlar la afección.
El covid 19 llegó hasta la propia Casa Blanca afectando a colaboradores cercanos de Trump.
Como si no bastara, el aliado histórico de EE.UU, el Reino Unido encabeza los fallecidos y contagiados en el continente Europeo.
Hasta su primer ministro, Boris Johnson, permaneció varios días en cuidados intensivos por causa del virus.