Emely Tueni
MADRID, España.-
Las campañas difamatorias a nivel internacional se intensifican abarcando objetivos más amplios que van desde un político influyente hasta un deportista sobresaliente.
La calumnia pública es un instrumento rápido y eficaz que, en pocas horas, destruye la imagen de personajes famosos, promoviendo una especie de jurado popular de gran poder en cualquier sociedad. El uso de medios de comunicación para fines de dañar personas no es nada nuevo.
Siempre ha sido un modo de acabar con la carrera de un político, empresario, anular a un artista bajo la vieja frase de: “miente miente que algo queda”, tan cierta, como que el sol sale a diario.
Los planes de descrédito no solamente van encaminados a seres humanos, hay de todo, siempre con un objetivo malvado, con una intención concreta, ya sea un chantaje económico, eliminar del mercado un producto, un país, como recientemente ocurrió con la República Dominicana y su industria turística, de gran demanda internacional, uno de los destinos más solicitados en el área del Caribe.
Diariamente, medios de comunicación, muchos de ellos de renombre internacional, como agencias de noticias, redes sociales, se dieron a la tarea de informar fallecimientos de turistas, algo que sucede en todos los lugares del mundo, pero el objetivo era mostrar un turismo dominicano carente de seguridad sanitaria y de otras índoles.
Se presume que fue una campaña muy bien pagada, ¿por quién, o quiénes?, alguien lo sabrá, pero lo cierto es que Este plan maquiavélico ha causado grandes pérdidas económicas en el sector de la hotelería, e incluso, varios hoteles han tenido que cerrar, perdiéndose, entre otras cosas, los puestos de trabajo de centenares de personas.
Desgraciadamente, la prensa en general tiene algunos personajes muy dañinos. Se mueven por intereses diversos, son chantajistas profesionales, mercenarios del periodismo, que en ocasiones oscurecen las labores positivas y desinteresadas de aquellos que son periodistas por vocación.
A esos malvados solo les apetece el poder del dinero, y por ello son capaces hasta de vender a sus propias madres, y ni siquiera les tiembla el pulso a la hora de entregar a su patria.
Tapan, y son cómplices, de las fechorías de los gobiernos de turno, la corrupción, el narcotrafico, todo lo malo que les pueda reportar beneficios.
La suerte es que muchas personas saben leer “entre líneas”, o escuchar las noticias de manera objetiva y con suspicacia.