María Fals
La autora es crítica de arte
Durante siglos los artistas han trabajado estos contrastes. Es el caso de Hans Baldung, pintor alemán del siglo XVI. Con su obra “Las edades y la muerte”, hizo una dura referencia a la fugacidad de la vida.
A través de los tiempos dos categorías estéticas se han enfrentado en ese campo de batalla que es el arte. Lo bello y lo feo se han repelido y asociado, se han hecho la guerra y han hecho el amor, como antinomias perfectas del contexto temporo-espacial en el que se desliza el mundo.
Lo bello, aquello que agrada, que produce placer desinteresado según Kant, y que el viejo Platón consideraba que estaba en unidad con lo bello y lo verdadero, eso que está basado en el orden y la medida como decía Aristóteles, se ha opuesto siempre a lo desagradable, a lo que provoca el rechazo de los sentidos, a lo imperfecto.
Sin embargo, en las creaciones artísticas, la oposición entre lo bello y lo feo las resalta y les aporta un nuevo y más rico significado.
Recuerdo hace unos cuantos años a una alumna que ganó un premio sobre el tema de la conservación de la naturaleza en un concurso de arte infantil y juvenil, dedicado a promover el respeto al medio ambiente y el reciclaje de la basura. La joven pintó una hermosa playa llena de cocoteros y arenas do el cielo radas. A un lado, separado por una simple línea, representó igual contexto, pero lleno de sargazos, con pedazos de envases plásticos tirados en la costa, con restos de fundas y peces muertos dibujados en el litoral.
Era el mismo sitio, pero dañado por el uso inconsciente de las personas que lo visitaban. Este contraste era un acto de denuncia y un llamado a todos para cuidar y mantener la belleza del entorno que nos aporta recursos y del que somos parte.
Lea/ Carlos Redman, ·»Entre el cielo y la tierra»
Durante siglos los artistas han trabajado estos contrastes. Es el caso de Hans Baldung, pintor alemán del siglo XVI. Con su obra “Las edades y la muerte”, hizo una dura referencia a la fugacidad de la vida. En ella, sobre el suelo descansa una hermosa bebé dormida, a la izquierda ha colocado a una bella joven de piel lozana, en el centro se observa la imagen de una anciana y posteriormente miramos con horror la figura alegórica de la muerte, quien sostiene un reloj de arena en su mano derecha.
En esta pintura, lo bello y lo feo nos dicen que aprovechemos nuestro tiempo, que no nos envanezcamos de nuestras dotes externas, que “vanidad de vanidades, todo es vanidad”, que todo tiene un alfa y un omega. Crean así una perdurable invitación a que podamos vivir cada día con sencillez, como si fuera el último.
En este mismo período del Renacimiento, el italiano Tiziano pinta su “Dánae”. En ella, la belleza de la joven que recibe con dulce mirada a su amado Zeus convertido en lluvia de oro se contrapone a la fealdad y avaricia de su aya, quien utiliza su delantal para tratar de retener lo que considera que son solamente riquezas.
Ya en el siglo XVIII, Watteau mostró en “Los encantos de la vida” (1718) en una denuncia, tal vez inconsciente, de la polarización social que posteriormente condujo a la Revolución Francesa.
De un lado se aprecia una familia vestida con hermosos trajes de seda, con bellos peinados y con un perrito faldero sano y bien alimentado mientras escuchan el concierto que un músico les ofrece; del lado derecho de la escena, está un criado de piel morena, mal vestido y con la cabeza baja, arrodillado, trabajando duramente. Un gran perro callejero, ubicado en el centro del cuadro, es el puente entre ambos mundos.
En el siglo XX, se produjo el devenir de una corriente antiacadémica, que se venía gestando desde el siglo XIX. Esta convirtió lo feo en una nueva norma a través del movimiento expresionista y sus derivaciones.
Los artistas de vanguardia pintaban sin tapujos la fealdad de la guerra, las máscaras de la hipocresía, la angustia, los horrores que escondía en su interior el ser humano. A veces deformaban y retorcían tanto las formas externas de esa realidad reinterpretada, que caían en la abstracción lírica, la que posteriormente dio paso a la abstracción geométrica, ya influida por el cubismo.
Pinturas como “Los veteranos de guerra” del alemán Otto Dix, un sobreviviente de la Primera Guerra Mundial, nos mostraron cómo, a pesar de las mutilaciones provocadas por los conflictos bélicos, la esencia humana es capaz de recuperarse a través de la resiliencia y continuar la vida, compartir con sus amigos, transmitiendo un bello mensaje de fe y esperanza.
Hoy, lo bello y lo feo hermanados siguen creando mensajes, momentos inolvidables y un arte conmovedor que nos hace sentirnos más humanos.