María Fals
M.A.Crítica e Historiadora del Arte
Antonio Prats-Ventós nació el 24 de junio de 1925 en Cataluña, España y renace en su penúltima reencarnación de sol y estrellas calientes un 11 de enero 1940 con su llegada a Santo Domingo.
Desarrolló desde pequeño el amor por las artes plásticas ya que su padrastro fue el pintor español Antonio Vila-Shum, con el que emigró junto a sus hermanos y su madre a la República Dominicana.
Acá asistió a los talleres impartidos por su compatriota Pascual Palacios y a la Escuela de Bellas Artes fundada en 1942, siendo profesor de ésta posteriormente entre 1950 y 1958.
Continuó su labor docente en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) formando parte del claustro académico de la Facultad de Arquitectura desde 1967 hasta 1978, siendo investido como Doctor Honoris Causa en este centro de educación superior en 1992. Entre los premios recibidos durante su larga trayectoria artística estuvieron el segundo premio de escultura en las III y IV Bienal de Artes plásticas de Santo Domingo. En otras bienales posteriores también recibió importantes reconocimientos.
Por el valor de sus aportes a la cultura y las artes recibió en 1966 el Premio Nacional de Bellas Artes en la República Dominicana, el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1995 y la Orden al Mérito Civil en España en 1994. También fue acreedor de la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella.
Recorrió con sus exposiciones diferentes países entre ellos E.E.U.U., Cuba, su natal España, Brasil y Francia, además de las realizadas en su país de adopción.
¿Qué hace tan singular y única la obra de este importante artista domínico español y digna de ser recordada por la posteridad?
En primer lugar, el uso con alta calidad artística de materiales muy diferentes, que van desde la talla en maderas como el roble, la blanca sobina y la oscura caoba centenaria, hasta el trabajo con piedras como el mármol de Samaná, el ónix, el granito, y el travertino de la Sierra de Martín García.
Sus trabajos en metales reciclados, fundidos unos con otros en un rompecabezas de remaches y realidades en antinomia, llaman a descubrir la belleza de las cosas encontradas.
En segundo lugar, el sentido y la búsqueda de lo nacional, de un arte que muestre la poesía de los personajes de labios abultados con cabello rizo y de la naturaleza caribeña con sus bosques, sus olas y sus peces. Se siente en sus creaciones algo de un África ancestral y totémica con su verticalidad y geometrización, un poco de lo hispano en los nombres y técnicas de sus Damas, Infantas y Meninas y el triunfo de su sello individual, de fluidez y permanencia, que se perfila en cada una de sus creaciones.
Además de lo antes señalado, su obra plástica y escultórica fue viajera entre estilos, se mueve desde un Cubismo monumental hacia la deformación expresionista, transitando al mismo tiempo por los caminos de una Abstracción biomórfica, turgente y sensual. Lo diverso de sus creaciones, lo sintético, lo fluido y lo sugerente implícito en ellas, atrapan al espectador en la red del disfrute de lo estético.
Prats-Ventós trabajó la belleza y dignidad de la mujer mestiza en obras como Cabeza de Mulata de 1947, los árboles en su serie Bosque, expuesta en el Museo del Hombre Dominicano en 1974, el homenaje a sus raíces hispanas en su serie Las Infantas de 1980, realizadas en madera policromada.
El tema religioso estuvo presente en sus conjuntos El Pesebre, Los Rabinos, así como Los Apóstoles ubicados en la Basílica de Higüey. También en esta temática se destaca el Cristo resucitado que puede apreciarse en la Iglesia San Judas Tadeo de Santo Domingo.
La exaltación a la libertad y a las raíces primigenias de nuestra nación está vigente en las estatuas en cemento del Museo del Hombre Dominicano que representan al cacique Enriquillo, al cimarrón Lemba rompiendo las cadenas y al Padre de Las Casas, defendiendo la dignidad de los seres humanos. Sus numerosas obras abstractas como Selva de 1981, Forma del 1992 y muchas no
fechadas o sin título forman parte del imaginario de formas inusuales y armónicas de este gran artista, excelente pintor que prefirió el arte de la gubia y el cincel para sacar la figura oculta en la materia como planteaba Miguel Ángel.
Antonio Prats-Ventós desaparece físicamente en Nueva York en 1999. Sus restos descansan en el Santo Domingo de su reencarnación, donde descubrió que la materia puede cobrar vida y forma nueva a través del acto creador de la poesía tallada en sus entrañas de roble o alabastro.
Dejó su recuerdo imperecedero y su obra inmortal, referente obligado para todo aquel que quiera adentrarse en el conocimiento y disfrute de lo mejor de las artes plásticas dominicanas y universales.