Petra Saviñón Ferreras
El mal manejo de la Policía en estos días genera reacciones, llena las redes, espabila a los medios de comunicación pero en los barrios marginados no sorprende.
Allí es común ver a los agentes subir a los techos de zinc sin permiso, entrar a las casas sin orden de allanamiento, sin fiscal, como en el caso de Los Mina, Santo Domingo Este, que dejó incluso un agente y un presunto asaltante muertos y tres oficiales heridos.
Tampoco es raro que una persona muera en un intercambio de disparos y tenga los balazos en la espalda, o que perezca después de enfrentar a la patrulla con una “chilena”, un arma casera de un solo cartucho.
O como en el caso del acusado de ser parte de la banda “mata policías” agreda a los agentes en calzoncillos y desarmado.
Ahora un hombre esposado se suicida. Esa versión poco creíble fue refutada por la familia del presunto organizador del asalto a Vimenca en Santiago, que afirma que lo mataron con un disparo a la cabeza hecho desde atrás.
Tampoco son raros los incidentes en los cuarteles pero el de la semana pasada, derivado de colocar en la misma celda a dos detenidos que pelearon, es inentendible y concluyó en algo previsible, uno mató al otro a puñaladas.
Encima tampoco ha sido clara la explicación de los agentes de cómo ese hombre “reducido a la obediencia” estaba armado en el recinto.
En otras ocasiones personas llevadas a los destacamentos para investigación han salido muertas y las autoridades dan razones vanas.
En otro caso de esos mismos días, las víctimas fueron tres uniformados, heridos por un detenido.
Así, tejemos las historias policiales, con hilos de sangre y espanto.
Conjeturar sobre la presencia de los oficiales de la Policía en el área en la que estaban escondidos los supuestos asaltantes del Banco Popular es hasta un deber.
Un vistazo a los registros, arroja que es la primera vez en este país que tantos oficiales resultan baleados en una persecución a delincuentes.
Además de esos, no hay detalles sobre cuántos otros de rango superior había y por qué llegaron sin un ministerio público.
Por esto la población siempre sabia bombardeó las redes sociales con su suposición de que fueron a dar un “tumbe” a los asaltantes y por eso el fiscal sobraba.
Es ese tipo de actuaciones el que da pie a preguntar ¿Qué pasa con la Policía?, ¿No aprende, no quiere, no le conviene seguir el orden institucional, ese que mandan las leyes?
¿Es que acaso tienen razón los comunitarios que llegan a los medios de comunicación a denunciar que los agentes van a los barrios marginados, a “pescar” jóvenes que abofetean, detienen, les colocan drogas en los bolsillos y les exigen pagar por su libertad?