Petra Saviñón
La autora es periodista
Jesús no incumplió la ley con la mujer adultera-proclama el predicador al gentío apretujado en el metro-y sin más abundar sobre su afirmación, prosigue- les dijo que el que no tenga pecado, tire la primera piedra-
Es cierto. No violó la norma de apedrear a la acusada. Solo buscó una medida alterna para no acatarla.
Una salida riesgosa que pudo dar resultados o ser un fracaso. Mas, igual del «maestro» no hacer nada, la mujer moriría, porque así estaba establecido en el código mosaico.
Cómo nadie osó desafiar, la imputada salvó la vida y fue advertida de no pecar más. Otra prueba de que Jesús no aprobaba su conducta o de que no quería desavenencias mayores con sus críticos. Vaya a saber.
Esta actitud del autoproclamado mesías, muestra astucia y conocimiento del comportamiento colectivo del pueblo al que quería convencer de que era su salvador. Aunque eso sí, de forma velada, decía sin decir y dejaba que los hechos dieran esa impresión.
De este modo ganó adeptos y atrajo a un conglomerado que luego multiplicaría su doctrina, convertida ahora en una importante religión monoteísta, con mayor incidencia en occidente, una paradoja, claro, pero que amenaza incluso con desplazar a otras en medio oriente, incluida el judaismo, de la que salió.
Paso a paso, ocupa terreno el cristianismo, que más debería ser mesianismo, para mantener el origen de la palabra hebrea, sin que la traducción griega la permee hasta el nivel de dar nombre a esa doctrina.
Lógico ,no importan tanto esos detalles. La verdad es que Jesús fue un líder que cautivó vivo y muerto y que la fascinante historia de su resurrección, que no es original, maravilló a esta parte del mundo, desconocedora de otras similares más antiguas pero que no fueron tan divulgadas por estos lares.