María Fals
La autora es crítica de arte
El arte surge en remotas épocas. Hasta hace poco tiempo se consideraba que el arte había surgido en el Paleolítico Superior (35 mil A. C al 10 mil A.C). Sin embargo, investigaciones y descubrimientos recientes indican la presencia de composiciones abstractas coloreadas con pigmentos rojizos o de otros colores en asentamientos de neandertales como la cueva de Ardales en Málaga que datan de épocas anteriores.
Los neandertales también elaboraron adornos corporales con conchas, y diferentes objetos que demuestran la presencia de un arte incipiente, simbólico y abstracto en sus comunidades.
Una producción artística más elaborada es la que se hizo en el Paleolítico superior por los homo sapiens sapiens. Desarrollaron un arte mobiliar en el que se destacaban pequeñas esculturas de hueso o piedra con figuras de animales y las llamadas “Venus” de la Prehistoria.
En estas estatuillas con atributos femeninos se exaltaban los caracteres sexuales. Tenían forma rómbica, vientres abultados y no se daban detalles a su rostro; unas carecían de manos y pies, en otra estaban apenas insinuados.
Se le atribuyen funciones mágico-religiosas vinculadas al culto a la fertilidad. Entre las Venus prehistóricas más famosas se destacan la Venus de Lespuge, la de Laussel y la de Willendorf.
El arte rupestre de este período fue esencialmente animalista, mágico, bastante apegado a la representación realista del aspecto físico de los animales. Usó grandes figuras que podían aparecer en posiciones arbitrarias o naturales. De este período data el arte de las cuevas de Altamira y de Lascaux.
Sin embargo, ya a partir del 10 mil A.C, en el mesolítico, las representaciones pictóricas evolucionaron hacia formas más sintéticas y generalizadoras. En esto influyeron los cambios del modo de vida, facilitados por las variaciones de clima planetario hacia temperaturas más cálidas y benignas. El desarrollo de una fauna más pequeña y abundante provocó una mayor posibilidad de obtener alimentos y por ende, una mayor
supervivencia de la especie humana.
Entre las pinturas del mesolítico más significativas se destacan las del Levante Español y el Sahara. En la zona del Tassili sahariano se conservan pinturas de personas rodeadas de animales propios de un clima húmedo, incluso bañándose en las aguas de los ríos, lo que indica la variación climática que se produjo en esa región. En el arte
rupestre del mesolítico en general se representaron escenas de caza o ganadería, las figuras humanas son pequeñas y estilizadas manteniendo una vinculación entre sí.
El arte se volvió más anecdótico y narraba frecuentemente las actividades de las personas.
Ya en el Neolítico (8000 A.C. -3000 A.C.), las pinturas se hicieron cada vez más abstractas, con figuras a veces irreconocibles, en sus representaciones el símbolo y el pictograma estaban conduciendo hacia la escritura ideográfica de la época histórica.
En este período comienzan a realizarse construcciones megalíticas como los menhires- piedras verticales de gran tamaño-, los dólmenes, que consistían en dos o más piedras que soportaban otra colocada horizontalmente sobre ellas y el crómlech, conjunto de menhires y dólmenes dispuestos en círculos concéntricos.
Estos monumentos megalíticos fueron la base de posteriores construcciones adinteladas de templos y
palacios de la Antigüedad.
De esta manera, evolucionando desde el realismo hasta la esquematización, es que el arte prehistórico fue reflejando el desarrollo del pensamiento, las costumbres y el sistema de creencias de las sociedades humanas.