Petra Saviñón
La autora es crítica de arte
Los apagones y los altos precios siguen campantes, igual la violencia y la delincuencia, esas que las autoridades llaman comunes, y que deciden omitir las acciones para contrarrestarlas y estamos en reformas, en supresión de instituciones, en reducción de diputados.
Con tanto barullo, baraunte, julepe y ajetreo, el país va de un tema a otro, como ese ciudadano que tiene una amplia lista de puntos que atender y anda con el juico loco, en intento de amarrarlos todos.
En ese bombardeo, atizado por los medios, la gente apura prisas y estrés y termina por aflorar la decepción ante los que manejan la cosa pública y dejan ese cúmulo de cabos sueltos, esa cantidad de problemas neurálgicos sin resolver y crean otros como reformar y eliminar aquí y allá.
La población escucha, ve, lee escéptica los dimes y diretes por cuestiones que considera no son las prioritarias y plantea la necesidad de que asuntos de primer orden sean enfrentados más en serio, muy en serio.
Males esenciales son desplazados por cuestiones del momento, como bajar la cantidad de miembros de la Cámara Baja, ya el partido oficial o cuasi dueño del Congreso aceptó la propuesta de solo 20 menos, unir ministerios, modificar la Constitución, el Código de Trabajo, traer una reforma fiscal….
Ahora el tapete es de esos asuntos pero concluidas las discusiones, las divergencias, la opinadera de múltiples sectores que aprovechan para enviar notas de prensa, los grandes males volverán a ser los protagonistas.
La nación continuará sus reclamos para que sean combatidos los espantos del día a día y luego vendrán otras materias, que otra vez taparán las cruciales y así per secula seculorom.