Mayra Perera
Psiquiatra
Frente a la muerte, los adultos tenemos la necesidad imperiosa de protegerlos de la información, el dolor y del sufrimiento que supone perder a un ser querido.
La comprensión de la muerte en los niños va de acuerdo a su edad, saber que alguien se ha muerto no es lo mismo que entenderlo y asimilarlo. Aunque en su mundo no existan las razones de la ausencia, siempre las emociones están presentes..
Entendemos que:“Cuanto menos sepa, menos sufrirá”; “Se le pasará pronto”; “Que si no ve tristeza y no lo pasará mal”; “Hay que distraerle”; “No le puede afectar tanto, es muy pequeño”;
“Si te pregunta, dile que no pasa nada, que todo está bien”; “No le hables de lo que ha pasado, se puede asustar y no queremos que lo pase peor”; “No puede afectarle, todavía no se entera” , «Si ve un muerto después no puede dormir».
Pensamos que lo mejor es que de momento no sepan nada de lo que está ocurriendo o lo que ha ocurrido, creemos que si no saben, para ellos no está ocurriendo o ha ocurrido nada; lo cierto es que los niños frente a cualquier sospecha inventan sus teorías, resultando más angustiante que la verdad, porque sus intuiciones quedan sin explicación.
Estos comportamientos de los adultos en los hogares no ayudan al niño a prepararse para las pérdidas; impiden el desarrollo de recursos de afrontamientos positivos frente a lo inevitable.
En los medios educativos en también hay debilidades al respecto del tema, donde se contemple el manejo del fracaso, sufrimiento y muerte, haciéndose muy común la frase: » Tienes que ser fuerte»; como único modo de acompañar y entender el dolor.