Petra Saviñón
La autora es periodista
Con una mochila al hombro en pueblos costeros de Colombia, Guatemala y Honduras las miradas y los cuchicheos persiguen, a veces sin recato alguno y la pobre víctima podría ser señalada como un mojaito.
Los críticos meten en esa clasificación a todo el que por su fisonomía les parezca extranjero que va ilegal a Estados Unidos y en ocasiones abordan de modo más que directo, sin poner en duda esa condición otorgada.
Así, todo el que camina por uno de esos sitios con equipaje pequeño, es visto raro, en ocasiones con recelo, en otras con lástima.
Esas pequeñas ciudades en las que todos conocen a todos, de repente han sido convertidas en puentes para cruzar a territorio estadounidense, después de afrontar la penosa y riesgosa travesía de la vuelta por México.
De ahí que para los parroquianos resulte de lo más común el ir y venir de gente que va pal otro lao, los mojaitos y por eso caben en el mismo saco todos los que por allí transiten con bultos al hombro.
Incluso, si una persona confundible toma hospedaje en un lugar de precio no módico, puede ser señalada, porque los indocumentados también pernoctan en esos sitios.
Cosa rara disponer de cierto presupuesto para la estadía en ciertos hoteles en vez de otros más económicos, puesto que van de paso y necesitan rendir el dinero. Más ocurre.
Ahora hasta establecimientos sencillos insisten en la documentación, so pena de no alojar. No obstante, a ciertos grandes no les importa y nada requieren.
Así va esta tendencia de los que empiezan a buscar el sueño americano desde Centro y Suramérica, tan insistente que ya todos los extranjeros con ciertas características son sospechosos.