Miles de personas protestan este domingo en las principales ciudades de Colombia contra el gobierno de Gustavo Petro en momentos en que su popularidad está en rojo tras veinte meses de gestión.
El variopinto grupo de convocantes incluye organizaciones médicas, la oposición, fuerzas políticas de centro y algunos antiguos aliados que hoy rechazan sus proyectos para estatizar el servicio de salud y algunas iniciativas de reformas, y protestar contra la violencia que no cede pese a las negociaciones de paz con grupos armados.
«Yo voté por el cambio, por Petro, pero seguimos con lo mismo. Marcho porque sigo pensando que Colombia tiene alguna esperanza y quiero a mi país», dice a la AFP Martha Estrada, pensionada de 64 años, con un sombrero tricolor en Bogotá.
En la capital la lluvia no detuvo a los manifestantes y decenas de miles avanzan hacia la Plaza de Bolívar, vecina de la sede presidencial, constató la AFP.
Petro llegó al poder en agosto de 2020 como el primer izquierdista en gobernar un país tradicionalmente dirigido por élites conservadoras.
Con 60% de desaprobación, según la encuestadora Invamer, el mandatario ha ido perdiendo apoyo de las fuerzas políticas en el Congreso y también en la plaza pública donde suele ser muy activo.
En Cali (suroeste), Medellín (noroeste), Barranquilla (norte), Bucaramanga (noreste) y otras capitales, los manifestantes se sumaron con banderas de Colombia, camisetas blancas y un grito al unísono: «¡Fuera Petro!»
¡Uno de sus proyectos de reformas, el de la salud, dividió al país cuando Petro empezó a implementar por vía administrativa varios de sus ejes centrales ante las dificultades de lograr apoyos en el Congreso.
El presidente aspira a reducir la participación de privados en la prestación de servicios sanitarios, y en los últimos días intervino varias de las entidades que sirven de intermediarias de los recursos entre el Estado y los hospitales, para controlar su presupuesto.
Expertos coinciden en que el sistema está en bancarrota y debe reformarse, pero algunos cuestionan la manera en que el gobierno pretende hacerlo.
Con el nombre de «marcha de las batas blancas», los médicos manifestaron su «desacuerdo con el actual manejo del sistema de salud por parte del gobierno».
Según Invamer, el 56% de los encuestados en abril rechazaron que el gobierno «esté interviniendo algunas de las EPS (Entidades Promotoras de Salud) en Colombia para administrar directamente el sistema».
«Estoy aquí como ciudadano, médico y colombiano. (…) Como médico se ve el deterioro porque no hay medicamentos para dar a los pacientes, porque los pacientes demoran en la atención, esperan ahora aún más una cita con un especialista», relata el doctor Julio Rivero, de 35 años, en Bogotá.
PAZ MALTRECHA
«El gobierno ha generado más problemas que soluciones (…) y la población joven incluso no vamos a llegar a pensionarnos», asegura Andrés Amaya, un abogado de 23 años en Bogotá.
Manifestantes en distintas ciudades llevaban pancartas alusivas a la inseguridad, y a la violencia de guerrillas y narcos en el campo.
La ambiciosa política de «Paz Total» con la que el gobierno aspira desactivar seis décadas de conflicto armado sufre reveses.
Sus detractores rechazan las concesiones que reciben los grupos armados en medio de las negociaciones de paz, pese a las frecuentes violaciones a lo pactado en las mesas de diálogos y las pocas muestras de voluntad de deponer las armas.
Las negociaciones con los rebeldes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han sufrido varias crisis por asesinatos, secuestros y ataques a la fuerza pública.
Un 70% de los colombianos cree que el país está «empeorando», según Invamer.
SIN AGUA
Las protestas llegan además en medio de una crisis hídrica debido a una grave sequía. El fin de semana volvieron las lluvias, pero no han sido suficientes, según autoridades.
El presidente ha sido criticado por tardar en tomar medidas como el racionamiento. El 15 de abril ordenó suspender la exportación de energía a Ecuador.
El viernes decretó un «día cívico» con la solicitud de ahorrar agua y energía y «salir este fin de semana a sitios de otras cuencas hidrográficas para disminuir la presión de consumo» en Bogotá.
La medida fue vista por algunos críticos de Petro como un golpe a la convocatoria de protestas de este domingo.
AFP