Redacción elDigital.com.do
Que la tasa de suicidios entre menores de edad crezca, aumente de la forma en la que de acuerdo con las cifras oficiales lo hace, es para querer morir de angustia, de impotencia, de rabia ante la pavorosa realidad que nos abate.
Pasma que la mayoría de esas tragedias estén sustentadas en correcciones de los padres y/o en la regulación o prohibición total de dispositivos electrónicos de pantallas: celulares, tablet, computadoras, televisores.
¿Qué arrastra a niños y adolescentes a tomar una decisión de esa magnitud, será que los progenitores aún estamos aferrados a la usanza de corregir con esa desproporción que no es más que humillación, vejación, denigración y que los chicos desprovisto de herramientas optan por desaparecer?
Entonces llega la interrogante de por qué los suicidios han aumentado si esta fea práctica de corrección siempre ha existido ¿Será que ahora tenemos modos más eficaces de registrar estadísticas y noticias o es que como plantean algunos, somos más vulnerables?
Más y más cosas vienen ¿Qué vacío, que carencia emocional lleva a ese aferramiento tan grande a la tecnología, al punto de generar una adicción que al suspenderla de repente termine en la muerte?
¿Qué sinapsis tan fuerte es esa, que apega tanto, que incita al cerebro a la búsqueda de recompensa, ese término tan boga entre los profesionales de la salud mental?
¿Será una manera de refugiarse ante el maltrato de familias desintegradas, de violencia intrafamiliar y es así construido un círculo de más agresión que ensancha y acrecienta hasta lo indefinible?
Tanto dolor no es posible plasmarlo en las páginas frías de los diarios ni en las cámaras de los noticieros televisados, es menester que trascienda y que sacuda, hasta que sean halladas respuestas y políticas de prevención eficaces y ágiles.