Margarita Quiroz
Continuemos luchando, recuerden que el autismo es para toda la vida. Ahora, una de nuestras metas es servir de veeduría ciudadana para hacer cumplir esta ley y seguir luchando por la añorada inclusión. Mi sueño es que en unos años las voces que exijan no sean las nuestras sino las de estos muchachos, en su mayoría con una inteligencia envidiable y potencial a aprovechar.
Ayer, escuché con gran dolor en las redes el testimonio de un padre de una niña de 10 años con la condición de autismo, que llamó vía teléfono, con voz emocionada -casi en llanto- al programa radial ‘La Opción de la Tarde’, mientras el senador Franklin Rodríguez hablaba de la promulgación de la Ley 34-23 sobre Atención, Inclusión y Protección para las personas con Trastornos del Espectro Autista (TEA).
Llamó para agradecer al congresista ser parte de este logro, que se suma República Dominicana, y contar, de forma breve pero muy sentida, el rechazo hacia su hija por parte de autoridades de centros educativos y, otras vicisitudes que enfrenta día a día junto a su familia.
Al escucharlo se me ‘arrugó el corazón’, lo que Natanael describió no es ajeno a mí, ni a ningún padre que viva la realidad del TEA en su casa y, por demás, en una sociedad que tiene tanto que conocer sobre autismo a manera de ser más empática y tolerante.
El pasado 5 de junio fue un día histórico para República Dominicana, los números 34-23 se traducen en nosotros, los padres de niños con la condición, en una combinación numérica a recordar toda la vida. Lo doloroso es que este logro sólo lo celebremos con más algarabía los padres de niños con TEA, y más los que estuvimos de cerca, levantando nuestra voz, aportando nuestras vivencias y experiencias a través de una Mesa de Diálogo para que hoy el país cuente con un instrumento legal que obliga a cumplir a quienes han invalidado los derechos de estas personas.
La verdad es que con la Ley 34-23 sobre Atención, Inclusión y Protección para las personas con Trastornos del Espectro Autista (TEA) anotamos un gran logro. República Dominicana cuenta con una Ley TEA, al igual, que otros 11 países de Latinoamérica. El gobierno de Chile, incluso, celebró su promulgación con una gran fiesta en el Palacio de La Moneda, su casa de gobierno.
Aquí, no podemos decir lo mismo, pero tras el agradecido gesto al presidente Luis Abinader por promulgar la pieza, esperábamos un twist, o cualquier otra muestra de identificación con la causa, de la señora primera dama, doña Raquel Arbaje, y más porque sobre sus hombros descansa el Gabinete de Niñez y Adolescencia.
No obstante, como padres de niños con la condición de autismo, debemos de agradecer la solidaridad de los congresistas, que sin importar bandería política, se mostraron empáticos. Debe llenarnos de orgullo el trabajo que realizaron, el tiempo suficiente que le dedicaron a su análisis y estudio, y porque tanto senadores como diputados aprobaron la pieza a unanimidad y con aplausos de pie.
De esta forma se hace Patria, primero «poniéndonos en los zapatos» de quienes sufren y exigen ser escuchados. De esa forma se logran los verdaderos cambios, cuando desde una acción en conjunto se impacta a una población vulnerable que esperaba con ansias respuestas.
Nuestras metas, como padres, es seguir luchando, recordemos que la condición del autismo es para toda la vida. Esta es la verdadera razón de esta lucha, procurar una mejor calidad de vida para estas personas, diagnósticos y terapias oportunas, acceso a la salud, a las escuelas y a cualquier área social. En fin… que se les cumpla sus derechos, sin trabas, ser comprendidos e incluidos.
Además, nosotros como padres debemos de servir de veeduría ciudadana para hacer cumplir esta ley y seguir luchando para que la inclusión no siga siendo un sueño, con el firme propósito de que en unos años las voces que exijan un cambio no sean las nuestras sino las de estos muchachos, en su mayoría con una inteligencia envidiable y potencial a aprovechar.