El presidente Luis Abinader ha adelantado que a más tardar el 17 de agosto definirá cuál será su papel en las elecciones del próximo 2024, decisión que de antemano puede adelantarse que será buscar la reelección. En todo caso, el mandatario solo tiene dos opciones al respecto: busca la reelección o deja el campo libre al Partido Revolucionario Moderno para decantarse por otro candidato.
Cuando Luis habla del 17 de agosto lo hace basado en lo que establece el artículo 46 de la Ley de Partidos, la 33-18, en su párrafo II: “Sí los partidos deciden escoger a sus candidatos y candidatas a cargos de elección popular mediante la modalidad de primarias, lo harán a más tardar el primer domingo del mes de octubre del año preelectoral, y para las demás modalidades lo harán a más tardar el último domingo del mismo mes…”.
El 17 de agosto marca justamente 45 días antes del primer domingo de octubre (el día 1), lo que significa que si la principal carta del PRM va a esperar hasta la fecha fatal es porque tiene la determinación de buscar la renovación de su mandato en las elecciones de mayo del próximo año.
Si la decisión fuese contraria, la lógica indica que debería dejar el camino libre para que su partido empezara temprano la proyección de una figura de relevo.
Ahora, partiendo de la presente realidad nacional, cabe destacar que no existe ninguna razón objetiva para que Abinader desista de buscar la reelección.
En primer lugar, está constitucionalmente habilitado para emprender ese camino; segundo, tiene una valoración positiva de su gestión en el seno de la población, y en cuanto a la proyección de intención de voto, es un elemento que se le presenta con una probabilidad importante.
Si usted quiere, de las decenas de mediciones que se han hecho en el último año, tome la menos favorable para Luis, y en todo caso su situación electoral es privilegiada para competir con una buena posibilidad de salir airoso. En definitiva, el comportamiento de los políticos no configura la entrega aun en circunstancias adversas, pues todavía así algunos se aferran a la posibilidad de un milagro que no existe en la lucha política.
El caso del presidente Abinader está distante de una situación similar, y más bien su posicionamiento le incentiva a postularse nuevamente. En resumen, no dudemos que, si Luis espera el último día para anunciar su decisión, esta no será otra que dejar en manos del electorado la renovación del contrato presidencial o se lo cancela mediante el voto. Creo que lo demás no cabe en la presente coyuntura electoral.