María Fals Fors
Historiadora del Arte
Las vanguardias artísticas del siglo XX fueron un conjunto de estilos que se dieron a partir de 1905 con el desarrollo del fauvismo, el estilo de la fiesta del color que rompe los esquemas anteriores de aplicación del claroscuro y lo sustituye por la aplicación de matices inexplicables y arbitrarios.
En poco tiempo se arremolinan otras tendencias como el expresionismo con su deformación de las figuras, sus tonos ácidos que expresaban el disgusto de los artistas con el entorno social y político que les rodeaba, el experimento cubista con sus formas geométricas y fragmentadas que comenzó a desarrollar el collage en su etapa sintética y la subsiguiente abstracción, nacida de la evolución del cubismo y del expresionismo, que busca la ruptura del arte con los referentes concretos de realidad y expresa el deseo de los creadores de adentrarse en el mundo infinito de las manchas de color y de las formas geométricas, de alejarse de la copia de un entorno cada vez más hostil.
La esencia renovadora de estas formas de hacer arte se extiende al dinamismo y la estética de la máquina en el futurismo, al absurdo y la inventiva del dadá con sus “objetos ya hechos”, sus fotomontajes y su criterio de que todas las manifestaciones podían juntarse. También se aplican al surrealismo, que avanza en medio de la exploración del subconsciente, del onirismo y que une “imágenes que en la vida real son imposibles de conciliar”.
Todos ellos rompen los criterios estéticos anteriores, luchan de forma firme contra las nociones tradicionales de claroscuro, de perspectiva, deformándolas o desintegrándolas. Aplican con frecuencia el color puro o lo reducen a tonalidades neutras o frías, hacen nacer de un fondo blanco el cuadro negro de la muerte, salvan el mundo con un reloj que se derrite en medio del desierto o cabalgan sobre un elefante forjado de una maquinaria en busca de la mandolina olvidada por una muchacha triste.
Revolución del arte formal y conceptual, rechazo a lo anterior, denuncia o liberación, grito original, atrevida catarsis. Todo eso caracteriza a las vanguardias del siglo XX. Entonces, ¿qué llevó a estos artistas a crear estas obras que violentaban las normas hasta entonces existentes?
Esta aparente ruptura es en realidad una importante evolución de las artes que viene dándose desde el siglo XIX, e incluso antes, en artistas rebeldes como Francisco de Goya, el español sordo y genial que dejó la imagen de sus pesadillas de aquelarres y guerras en las paredes de su casa sombría de las afueras de Madrid, en los Postimpresionistas como Van Gogh que con sus
“Girasoles” contrahechos y su “Noche estrellada” expresan la agitación de su alma a través del rescate de la expresividad. Otros postimpresionistas como Cézanne, precursor del cubismo, exploran la belleza de las formas geométricas e invitan a “reducir la naturaleza a cilindros, conos y esferas”.
Las vanguardias derivan también de la búsqueda de las artes primigenias o tradicionales, del “descubrimiento” del arte africano, indígena y de los pueblos de Oceanía, con su simbolismo, su magia, su geometrismo y estilización. Este arte fue muy admirado por Picasso y Braque influyendo al igual que la obra de Cézanne en el inicio de la aventura cubista. También los expresionistas como Kirchner y los Fauvistas vieron en el arte de estos pueblos tradicionales un paradigma creativo.
El entorno prebélico y bélico de los finales del siglo XIX y los inicios del siglo XX, que culminó con la Primera Guerra Mundial donde murieron millones de personas por las ambiciones de unos pocos, demostró lo injusta, lo absurda y amoral que puede llegar a ser la sociedad humana cuando olvida el bien común.
Esta realidad también condujo a que los artistas visuales, sensibles por naturaleza, repudiaran la representación imitativa o figurativa, llevando al lienzo o a la materia escultórica su universo de visiones donde todo era posible.
También los condujo a la denuncia, a la crítica como sucedió con el realismo expresionista de Otto Dix, que nos sacude con sus “Veteranos de Guerra”.
Las Vanguardias poco a poco fueron sustituyendo la misión tradicional del arte de crear lo bello, para lograr una actitud más abierta donde tuvieran cabida también lo feo y lo grotesco, donde los hechos terribles no estuvieran adornados, y donde lo instintivo, lo intuitivo y lo espontáneo fueran los referentes para la elaboración de las obras de arte.
Desarrollaron así una nueva “academia” donde la renovación era el elemento predominante, donde la ruptura y la libertad eran las reinas de los corazones, donde todo era posible, donde las paralelas se citaban en un enlace amoroso y en el que hasta un urinario podía convertirse en una “Fuente” por el toque de un artista.
A partir de la segunda mitad del siglo XX las post vanguardias y las trans vanguardias han continuado el camino que las vanguardias dejaron. Sin embargo, nunca han podido renunciar a sus principales legados: el rechazo a la copia y el desarrollo pleno de la creatividad.