María Fals Fors
Historiadora del Arte
En esta Semana Santa donde la sequedad del aire, la yerba amarilla y el polvo de las calles han sido aplacados por la lluvia que todo lo renueva, ha venido a mi mente el recuerdo reciente de una obra de un gran artista dominicano Geo Ripley, quien ha trabajado entre otros temas religiosos “El Cristo de la Rama de Espinas” y numerosas representaciones de la Virgen de La Altagracia.
Geo Ripley nació en Caracas, Venezuela en 1950. Hijo de exiliados políticos dominicanos, su familia retorna más tarde junto con él a la República Dominicana. Aquí se gradúa de profesor de Artes Plásticas en 1972 en la UASD. Posteriormente, va a Europa donde hace estudios de Postgrado en Historia del Arte Antiguo, en Arqueología y en Nuevos Materiales para la Escultura en Roma.
Es un investigador acucioso de temas relacionados con el folclor, la religiosidad popular, la cultura dominicana, latinoamericana y afrocaribeña. Escritor, viajero eterno, diplomático, incansable generador de ideas y proyectos culturales, renovador de las artes visuales de Latinoamérica, museógrafo, ha impartido clases y conferencias en distintos centros de educación superior como la Universidad de Caracas, UNIBE, APEC, UASD y Universidad a Distancia de Madrid.
En esta ocasión, analizaré una obra que Geo concibió para ser presentada dentro del conjunto de grandes propuestas visuales que formaron parte del Proyecto Artístico Cultural colectivo “La Última Cena”.
Esta acción creativa se desarrolló en República Dominicana, entre los meses de abril a diciembre de 2022, y recorrió diferentes salas de exposiciones: el Museo de Historia y Geografía de Santo Domingo, el Centro Perelló de Baní, la Casa de Cultura “Cándido Bidó” de la Fuerza Aérea Dominicana y la Casa de Cultura de Jarabacoa.
Fue un proyecto que buscó siempre aunar artistas que insistieran en la búsqueda de la espiritualidad, la unidad y la hermandad entre los seres humanos. Tuvo sus comienzos en el 2002 en Providence, Rhode Island a través de las creaciones fundacionales de Raphael Díaz, José Sejo, Daniel Manta y Wayne Healy, entre otros. Se trajo a Santo Domingo en el 2003 y posteriormente se llevó a Newport, EE. UU en el 2004.
La pintura “La Última Cena”, gestada por Geo Ripley en el 2022 dentro de este contexto inspirador, posee la fuerza volcánica de su trazo vigoroso. Es un tríptico, pero sus paneles unidos conforman una obra poderosa y monumental donde se capta la lucha entre las sombras y la luz.
De una oscura cueva brotan llamaradas de fuego rojas y doradas; son los apóstoles ubicados escalonadamente alrededor de una mancha luminosa que conforma la cabeza de un Cristo infinito, coronado de espinas y con la cruz en la frente.
A ambos lados de la lobreguez potente de la gruta pictórica que sirve como marco escenográfico a esta composición, se ofrecen a la mirada de observador entrenado columnas ascendentes que suben cual espirales áureas, agitando espesas texturas de tonalidades únicas. Un conjunto de energías cósmicas se siente atrapado en las dos dimensiones de este lienzo conmovedor.
El polvo de las estrellas recién nacidas , las galaxias que nacen del Big Bang del gesto creador del artista, las Vírgenes que se adhieren al conjunto en collages sorprendentes, se van convirtiendo en puntos de tensión que complementan con su ternura o con su intensidad el tema principal.
Esta “Última Cena” fue pintada desde el Amor con pinceles de Esperanza. Está formalmente equilibrada y es al mismo tiempo dinámica, fluida y poseedora de un genuino sentido de infinitud espacial. Nos toca el alma al estar revestida de la fuerza mística de un Barroco conceptual, expresionista, postmoderno y trashumante. En ella flota, sobre la nube de la fe que todo lo supera, el Dios “que se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre” vinculado a través de trazos cálidos con cada uno de sus seguidores.
La versión de “La Última cena” de Geo Ripley, sublime y apasionada, nos dice que la oscuridad del miedo, del mal, de la violencia siempre será derrotada por el equilibrio del Amor, por el Perdón, por la Caridad, por todo lo que signifique bien, verdad y belleza, por el Jesús de Nazaret que habita entre nosotros a través de su Resurrección.