Petra Saviñón Ferreras
Para tratar una dolencia en un hospital, hay que elaborar con cuidado una agenda que empieza con la hora a levantarse. Si es en el Gran Santo Domingo, que concentra la mayor cantidad de pacientes y vive allí, arme su llegada para entre 3:00 y 5:00 de la mañana.
Esto para conseguir cupo de la consulta matutina, caso contrario, correrá el riesgo de pasar al turno de la tarde, cuyos números empiezan a repartir entre 11:00 de la mañana y 1:00 de la tarde.
Si viene de un pueblo, tome en cuenta la distancia, porque la lógica indica que debe venir un día antes y hasta prepararse para quedarse a dormir en esta gran ciudad.
Esto en caso de que su padecimiento no requiera cita, porque cuestión contraria, después de todo lo anterior, debe estar listo en el ámbito emocional, físico y económico para soportar que aparezca espacio con su especialista entre 15 días y hasta dos meses.
Por favor, lleve desayuno y comida o dinero para comprar en los alrededores o en las cafeterías a un precio incluso más alto que las fondas callejeras.
Igual reúna paciencia y suficiente saliva para que no trague en seco, pues topará con la mala actitud del personal de seguridad y más adelante podría ser que el de salud le reciba de la misma manera.
Aunque le moleste, responda con altura, con elegancia a los atropellos de los que creen que le hacen un favor al darle el servicio por el que el Estado les paga, sí de sus impuestos. Recuerde a José Martí: el golpe más duro es el dado con mano blanda.
Además, así evita que lo pongan en lista negra de gente destinada a pasar más trabajos aún, por no aguantar la deshumanización de un grupo de personas que solo mantiene de esa condición la apariencia física.
Buena jornada y que mejore pronto para que no tenga que vivir nueva vez ese viacrucis.