Por: María de las Nieves Fals Fors
Historiadora del Arte
El arte es una forma de expresión y de comunicación. Permite a los seres humanos establecer nexos con los demás a través del uso de signos y símbolos con los que expresan sus ideas, emociones y sentimientos. El arte es un texto que permite vincular al artista emisor con cada uno de los sujetos del público receptor, quien capta los mensajes que encierran los colores, los gestos, los sonidos musicales, los movimientos de una danza.
El arte es portador de informaciones. Quien lo interpreta, analiza la carga semántica que porta de acuerdo con su subjetividad, su comunidad educativa, integrada por la cultura de su pueblo, sus experiencias de vida y su psicología individual. Por eso la obra de arte es polisémica, es decir, portadora de significados que varían según la persona que la interpreta.
El arte permite establecer conexiones intertextuales con otras formas de expresión, que van desde obras literarias, pensamientos filosóficos, creencias religiosas, costumbres y tradiciones. Es, por tanto, profundamente complejo, objetivo y subjetivo, un espejo cóncavo y convexo a la vez que refleja el mundo que nos rodea.
A través del arte podemos viajar en el tiempo, regresar a las catacumbas y ver una orante en trance religioso escondida en las profundidades por la persecución a los cristianos en los tiempos de Nerón, logramos ver, aún más lejos temporalmente, el rostro hermoso de un Tutankamón adolescente y sentir la angustia de un Laocoonte que contó la verdad del caballo de Troya.
Con el poder curativo de arte podemos salvar la sonrisa de un niño angustiado, hacer que alguien pueda decir “te amo” cantando una canción después de haber perdido el don del habla por un accidente cerebro vascular, ver moverse las manos de una bailarina con alzhéimer que recuerda sus movimientos cuando interpretó por última vez “El lago de los cisnes”. La memoria afectiva se activa con la magia infinita de la creación artística.
Por eso, el desarrollo de la conciencia humana no sólo ha estado ligada a la parte lógico-formal, a las ciencias puras, a lo objetivo y racional, sino a la razón sensible, emocionante, vinculada muchas veces desde sus orígenes a lo espiritual, a lo intangible, a aquello que nuestras capacidades cognitivas como personas no logran alcanzar a interpretar si no es a través de algo llamado arte.
Howard Gardner, Umberto Eco, Herbert Read, Elliot Eisner, Arthur Efland, Michel Foucault, entre otros, han teorizado sobre las posibilidades infinitas de lo artístico como modo de fomentar el desarrollo humano, como forma de crear y trascender, como actividad útil para entender el verdadero sentido de la vida.
¿Para qué sirve el arte? Para estimular a una persona a que logre un objetivo, para educar, para ser felices, para liberarnos del dolor y la tristeza, para decir nuestras verdades relativas, para que la vida no sea tan gris como las nubes de tormenta, para Ser, Hacer y Trascender, para salvar las distancias infinitas. En fin, para autorrealizarnos y seguir siempre adelante “rumbo a la esperanza”.