Mayra Perera
Psicóloga
La muerte de un hijo es la pérdida mayor por la que puede atravesar una persona, nombrado como el duelo del Alma Mocha.
Los padres sienten que se desintegran en su yo más íntimo; esta pérdida puede causar severos cambios en las capacidades y funcionamiento de los padres, descontrolando sus pensamientos, emociones y hasta su personalidad; el dolor persiste por mucho tiempo siempre matizado de recuerdos.
Hay sentimientos de culpa por sobrevivirlo, de haberles fallado, de no haberlos amparado para que la muerte no ocurriera. Otro sentimiento que puede permanecer por mucho tiempo es el de fidelidad impidiendo que los padres recuperen su capacidad de disfrute, se vive como una muestra de desamor y traición hacia el fallecido; la intimidad de la pareja puede afectarse , sobre todo en la mujer.
En ocasiones a las parejas se les recomienda buscar otro hijo, entendiendo que puede sustituir al fallecido; los profesionales del duelo recomendamos elaborar primero la pérdida, trabajar la idealización y las expectativas que se tenían depositadas en el fallecido para que en el futuro no haya comparaciones que puedan crear frustraciones tanto en el hijo sustituto como en los padres. En este duelo es recomendable siempre la ayuda de un profesional.
Sin duda alguna ocurre lo que expresara un padre en la despedida de su hija: tú nacimiento cambió mi vida y ahora tú muerte me la vuelve a cambiar.