Petra Saviñón Ferreras
En lugar de indicar a los medios de comunicación las razones que tendría José Luis Fermín Díaz para matar a la odontóloga Lyda Amell, la nota de prensa que despacha el equipo de comunicación de la Procuraduría General prioriza en su recorrido la contratación de servicios sexuales tras el hecho.
El sensacionalismo cundió cuando en los noticieros fue informado que estuvo con una trabajadora sexual y luego con un homosexual y eso ahogó la pregunta más neurálgica, la que llevaría a saber si de verdad mató a la mujer ¿Qué tipo de relación era y qué pasó dentro del vehículo?
Que sea importante determinar la ruta que siguió el hombre, no implica que haya que decir a la prensa con lujos de detalles todos los pasos que dio, en desmedro de actos más relevantes.
Este manejo es ya cosa común del Ministerio Público, filtrar videos, fotografías íntimas de implicados en delitos, que solo fomentan el morbo, el desvío hacia cosas superfluas de las causas que deben atender las autoridades.
Con esta gestión no ha sido distinto, aunque por los perfiles y las expectativas parecía que sí. Penosa esa continuidad de viejas prácticas que nada aporta a esclarecer casos tan lamentables.
La parte buena es que hay tiempo de enmendar, de volver sobre lo andado y fijar la vista y el trabajo en los asuntos neurálgicos que de verdad ayudan a la población a discernir, a hacerse una idea equilibrada de las situaciones que afectan a la sociedad de esa manera terrible.
La morbosidad también es modo de aumentar el desasosiego, de convertir a la gente en vana y de evitar que repare en detalles cardinales. Recuerden.