Por María Fals
M.A. Crítica e Historiadora del Arte
Continuamos hoy con el análisis de las obras de diferentes artistas, expuestas en el Centro Perelló de Baní y que forman parte de la exposición La última Cena, cuya quinta versión se inauguró el pasado 7 de julio.
José Sejo, actual director del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos, licenciado en Artes Plásticas, profesor de la Escuela de Artes Plásticas de la UASD, de APEC y UNIBE, con Maestría en Entornos Virtuales en la Universidad de Panamá y diferentes estudios de Postgrado en su área, es un artista perteneciente a la Generación de los 80. Ha presentado sus obras en Cuba, EE. UU, República Dominicana, entre otros países, siendo acreedor de
importantes reconocimientos como el Primer Premio de Pintura del XI Concurso Eduardo León Jimenes.
Su versión de “La última cena” se adentra en el costumbrismo, mostrando un ambiente profundamente dominicano, en el que ubica como protagonistas a miembros de su propia familia, situándolos como apóstoles que acompañan a Jesús.
El salami, la cerveza “Presidente”, el yaniqueque o casabe que ocupa el lugar del pan, resultan adaptaciones locales al tema, mientas los personajes sonríen amablemente al espectador en invitación tácita a participar también de la mesa ya servida.
Julia Castillo, directora del Centro Perelló, estudió Literatura y Lengua Inglesa en Harvard e hizo una Licenciatura en Estudios Japoneses en la Universidad de Tokio, Japón.
Es egresada de Economía Internacional y de Economía del Desarrollo en la Universidad de Massachusetts y de Gerencia Cultural en la Universidad de Columbia.
En la década de los años 90 del siglo XX estudia en el Instituto Tecnológico de Costa Rica. Ha expuesto en Japón, Costa Rica, El Salvador, EE. UU, República Dominicana y otros lugares, desarrollando una importante labor en los campos de las artes visuales y de la gestión cultural.
La obra que presenta en esta ocasión forma parte de una instalación en la que se aprecia un cuadro trabajado en técnica mixta en el que podemos contemplar a un Cristo de blanca túnica, rodeado de sus apóstoles, que se mantiene de pie, mientras el cielo azul se ilumina de una luz blanca en un óvalo trunco. Debajo del lienzo, sobre un espejo iluminado, la sal de Baní se amontona recogiendo lo húmedo, limpiando el espacio, liberando lo bueno en un Bautismo de luz.
Judith Mora, desde la infancia, se interesó por la pintura y el dibujo, estudia Diseño de Modas en Boston, EE. UU y recibió cursos de artes plásticas con Daniel Greene y otros profesores. Estudió también Publicidad en la Universidad APEC en nuestro país. Ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas en España, Chile, EE. UU y la República Dominicana.
La artista realiza una interpretación sumamente interesante de “La última cena”, colocando a Cristo y sus discípulos en un círculo imperfecto sobre un fondo de papel periódico catalán del siglo XIX.
La aureola en sus cabezas, trabajada en pan de oro, resalta la aparente santidad de cada uno de los personajes que rodean a Jesús, unos con máscaras, otros con doble rostro. Entre tanto, una mirada desconfiada nos sorprende desde una faz que nos mira, mientras desde una calavera un beso en la frente rememora la traición.
Leopoldo Maler, artista argentino, participante en la exposición “La última cena”, posee gran reconocimiento a nivel internacional. Es abogado y se trasladó en 1961 a Inglaterra donde radicó largo tiempo.
Artista visual, cineasta, ha creado performances e instalaciones muy significativas recorriendo Francia, Japón, Italia, EE. UU, Colombia, la República Dominicana y otros países con su arte.
Ganó, entre otras distinciones, el Gran Premio de la XIV Bienal de Arte de Sao Paulo en 1977. En esta ocasión, en el Centro Perelló ha expuesto un trabajo fotográfico con la inclusión de otros materiales, donde recrea un concepto renovador presentado por él en una instalación anterior, basado en este tema místico, trabajado de forma provocadora, dramática, evocadora y altamente creativa.
Lizzet Mejía, gestora cultural y artista visual, estudió Artes Plásticas en la ENAV y arquitectura en la UASD. Hizo un curso de “Desarrollo de Materiales Didácticos” en Toledo, España y diferentes diplomados y talleres en las áreas de la pedagogía y la curadoría. Ganó, entre otras distinciones, el segundo premio de Grabado de la XIX Bienal de Artes Visuales. Ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas tanto en la República Dominicana como en el extranjero, en países como España, EE. UU, México, Argentina, entre otros.
En esta ocasión nos toca el alma con un tríptico, donde la figura central de Jesús asciende, pintada con transparencias sobre un soporte vertical, mientras los discípulos se colocan horizontalmente a ambos lados, conformando una estructura cruciforme en la que la artista se incluye como uno de los testigos del anuncio de la entrega de Cristo. Los colores, han sido muy bien trabajados a través del contraste de tonalidades neutras, cálidas y frías, mostrando una composición cuidadosa e innovadora que hace de su obra un excelente trabajo.
Miguel Gómez, ex presidente del CODAP, maestro de diferentes generaciones de artistas visuales, graduado de la ENAV, ha impartido clases en el Centro de Arte “Cándido Bidó”, en la Escuela Nacional de Artes Visuales y en la Escuela de Artes “Expresión del Caribe”, ha sido funcionario del Ministerio de Cultura y expuesto en diferentes espacios, entre los que mencionamos a República Dominicana, los EE. UU, México y Japón.
Gran acuarelista, pintor de óleos y dibujante, nos entrega un óleo, fluido en su concepción, colmado de azules transparentes y de toques de verdes en los que se rompe la relación figura-fondo. En esta se descubren rostros semiocultos, peces que nadan o vuelan en un ambiente mágico en que se mezcla el agua y el viento. Los discípulos, atentos a la Palabra, se integran al contexto, unos observan al Cristo que ocupa la parte central de la composición, otros nos miran a nosotros cuestionándonos, expresando con sus miradas inquietas un por qué y un para qué.
Todas estas obras de arte y otras más nos esperan en el Centro Perelló de Baní para que las observemos de forma directa, para que nos convirtamos en sus coautores interpretativos y conformemos en nuestro pensamiento una cosmogonía individual, basada en un hecho trascendente que ocurrió hace más de 2000 años y que conserva plena vigencia en el alma de todo el que ama, trabaja por el bien y la belleza y construye un futuro mejor.