Por María Fals
M.A. Crítica e Historiadora del Arte
Hoy continuamos con el análisis de obras de la quinta versión de la acción cultural y artística “La Ultima Cena”, presentada en Baní el 7 de julio de 2022.
Este estudio fue iniciado la semana pasada y se prolongará hasta culminar la con la interpretación formal y conceptual de todas las pinturas expuestas en las paredes del salón Gilberto Fernández Ortega relacionadas con esta muestra.
Nos referiremos ahora a las obras de Francisco Hernández, Fernely Lebrón, Gabriel Atiles, Geo Ripley, Iris Pérez, Jean Philippe Moiseau y Juan Bravo, manteniendo el orden alfabético con respecto al nombre de sus creadores.
Francisco Hernández es un pintor dominicano que realizó estudios en la Escuela de Artes “Aurora Sánchez” y en la Escuela Nacional de Arte de República Dominicana. Desde los EE. UU en la década de los años 80, ha venido desarrollando una producción artística de alto interés que abarca más de 30 exposiciones individuales y más de 60 colectivas, siendo galardonado como artista del año en Long Island, EE. UU.
Su versión de “La Ultima Cena” acude a aspectos del puntillismo que evocan los antiguos mosaicos bizantinos y vitrales góticos. El Cristo, centralizado y en meditación, se encuentra rodeado de sus apóstoles, mientras que cuatro ventanales se abren a la noche de luna llena y a edificios de factura geométrica y atemporal.
Los apóstoles, en grupos de tres, se ordenan alrededor de una larga mesa y comentan entre sí las palabras proféticas de Jesús en torno a su muerte y resurrección.
Fernely Lebrón es otro excelente representante de las artes visuales en República Dominicana. Es pintor, grabador, escultor, ilustrador, diseñador y fotógrafo. Licenciado en Comunicación Publicitaria en APEC, está realizando también una Maestría en Artes Visuales.
Ha recibido diversos cursos, seminarios y talleres en EE. UU, España, México, Costa Rica, Puerto Rico y República Dominicana. Sus creaciones han recorrido diversos países como Italia, España, EE. UU y la República Dominicana a través de diferentes exposiciones individuales y colectivas. Es acreedor de varios premios y
menciones en el área del diseño y la pintura.
Su obra muestra a un Judas en sombras que nos observa con minuciosidad, mientras los discípulos y
el Cristo aparecen concentrados en el anuncio de la entrega, muerte y resurrección de Jesús. Los denarios que llueven del cielo sobre Judas se deslizan con un chorreado muy bien logrado y caen lentamente al suelo como símbolo de la traición.
Las lámparas, encendidas del lado derecho y apagadas en el izquierdo, van demostrando como la maldad puede llevarnos de la luz a las sombras a través de la ambición. Vasos de piedra y cuencos de barro, alimentos y miradas transmiten la historia, trabajada luego de una profunda investigación histórica, que nos acerca al pasado que nunca muere a través de la fe.
Gabriel Atiles es artista plástico, museógrafo, arqueólogo, escritor e investigador y miembro destacado del CODAP. Ha sido director del Departamento de Arte Rupestre y Espeleología del Museo del Hombre Dominicano, del Faro a Colón y es Consultor del Centro León Jimenes, entre otras responsabilidades dentro del campo cultural y artístico. Es coautor de libros como “Arqueología de la Casa de la Academia de Ciencias”, “Un sitio llamado Manantial de Atletas” y “Arqueología de la Punta de Bayahibe”.
Su pintura polisémica presenta un Cristo que sostiene en su mano una ostia que a la vez es la imagen del coronavirus. Está sentado en el centro de dos tribus indígenas, la de los Caribes y la de los taínos.
Se presentan los alimentos y vestimentas propias de esas culturas precolombinas. Los personajes asisten juntos a la llegada de los barcos españoles, que traen la cultura ajena que impondrán a través de la espada y la cruz. El manejo del color es excelente, las luces y sombras crean un marco escenográfico a la obra, se inicia el encuentro de dos mundos y la muerte y la vida se integran en la dicotomía eterna entre alfa y omega.
Geo Ripley es un gran intelectual dominicano, artista visual, investigador, etnógrafo y escritor dominicano.
Poseedor de una vasta cultura, conjuga una gran fuerza espiritual con la minuciosidad y la objetividad de un científico. Ha realizado postgrados en Nuevos Materiales en la Academia de Bellas Artes de Roma, de Historia del Arte Antiguo y de Arqueología. Ha impartido docencia en diferentes universidades como la UASD, la UNPHU, UNIBE y su arte ha recorrido el mundo: Asia, Europa, África y América han sido testigos de la profundidad y calidad de sus creaciones.
Actualmente es encargado del Departamento de Patrimonio Cultural Intangible del Ministerio de Cultura de la República Dominicana.
La interpretación que realiza de “La Ultima Cena” se enmarca en una cueva que recuerda al mito de Platón, de la que brotan llamas doradas coronadas del rojo de la sangre que pronto se va a derramar.
La llama central, la de mayor tamaño e intensidad expresiva, sostiene sobre su cabeza formas que recuerdan la corona de espinas y la cruz de redención, mientras que vírgenes benditas la custodian y se elevan hacia el cielo espirales casi intangibles que nos acercan al infinito y a la vida eterna.
Iris Pérez Romero es la actual directora de la ENAV, licenciada en Artes Plásticas y se encuentra culminando una maestría en Artes Visuales en la UASD. Gran artista dominicana, se mueve con gran destreza entre la escultura, cerámica, dibujo y pintura, así como en el Performance. Ha alcanzado importantes reconocimientos y su obra se ha expuesto tanto en nuestro país como en el extranjero en países como China, EE. UU, Francia, Honduras, entre otros. Es la autora del monumento escultórico “Luz del Mundo” (2011-2014) ubicado en el Santo Cerro en La Vega.
En esta ocasión, nos presenta a un Jesús de grandes ojos y mirada profunda que descansa junto a sus apóstoles en una yola. Al mismo tiempo la luna-aureola de plata se proyecta detrás de la figura del personaje central de “La última cena”.
Las olas del mar fluyen bajo el escenario principal, sus ondas blancas y azules se deslizan y los puntos de luz que conforman las estrellas dan vida al territorio oscuro de un cielo nocturno, demostrando que la vida es un viaje sin retorno a la eternidad.
Jean Philippe Moiseau, artista haitiano, realizó estudios en el Chantal Art Garden y la Escuela de Artes de Puerto Príncipe. Proviene de una familia de artistas y admira la obra de Guayasamin, Frank Etienne, Miró y Guido Reni. Es escultor, grabador y pintor. Ha elaborado máscaras de hierro, esculturas en madera y grabados en metal, además de una pintura muy bien lograda con líneas de cierre marcada y colores intensos. Ha expuesto en Haití, Francia, Francia, España y República Dominicana, tanto en exposiciones individuales como colectivas.
Su original interpretación “La última cena bajo el sombrero divino” alude a los campos y al sombrero blanco de ala ancha del campesino que lo cubre del sol. La pureza del tocado cubre cañas cortadas de diferente altura, banderas rojas conforman un óvalo perfecto alrededor de ellas, aludiendo tal vez al principio de lo femenino, al útero protector que da vida, mientras la luz lo baña todo a través de sus dorados rayos.
Para concluir hablaremos de Juan Bravo, artista dominicano, cuya obra cargada de fuerza nos sumerge en su potencia ancestral de negros, blancos y destellos de cálidas tonalidades. En 1985 fue miembro directivo del Colectivo “Generación de los 80”. En el 2005 funda el Movimiento artístico y ecológico “Ruth Vasallo”.
Ha ganado premios como el de Dibujo de la Galería “Arawak” en 1983, el premio de Dibujo tanto en el XII como el XV Concurso Eduardo León Jimenes, así como el Gran Premio Nacional “Paleta de Níquel” en la categoría pintura otorgado por el Museo Cándido Bidó y la Falconbridge. Viene participando en varias exposiciones tanto nacionales como internacionales en diversos lugares como EE. UU, Puerto Rico y su República Dominicana.
En la obra que presenta en esta muestra el vigor de su composición semi abstracta crea efectos de profundidad a través de una dinámica de contrastes, en los que la luz banca se convierte en un caleidoscopio de colores sobre un fondo oscuro, al que ilumina y sumerge en franjas oblicuas que encierran rostros que se reflejan en el espejo de la mesa rectangular. Su pintura está dotada de un ambiente onírico donde el todo y la nada convergen para dar frutos que buscan el camino hacia lo sublime.
“La última cena” es por tanto un espacio de arte de gran calidad y perfección estética, donde maestros del arte crean un ambiente cargado de espiritualidad y se acercan al mensaje de Jesús desde su propia perspectiva humana, captando con su creatividad el momento mágico del diálogo que anuncia el sacrificio de amor que nos salvó.