Petra Saviñón Ferreras
Dicen los cristianos que donde abunda el pecado abunda la gracia y dos refranes esgrimen uno que nunca es más oscuro que cuando va a amanecer y el otro que después de la tempestad viene la calma. Entonces ¿Querrá darnos alguna enseñanza este alto oleaje de violencia?
¿Qué es lo que quiere decirnos esta agresividad que nos permea, que nos vuelve una sociedad temerosa?
Para algunos ya presa de la paronia que ha generado este alud de delitos y violencia entre conocidos, levantarse todas las mañanas vivo es una victoria que otros no cantarán.
Justo ayer, las autoridades ofrecieron un balance de la primera semana de patrullaje mixto Policía-Fuerzas Armadas y de acuerdo con esos datos, los delitos bajaron un 25 % en relación a los sietes días anteriores.
La población necesita que así sea, que de verdad estas situaciones atemorizantes estén cada vez menos hasta llegar a cero ¿Mucho soñar?
Muy dicho, muy recurrido está ese planteamiento de que no basta la fuerza para frenar la delincuencia, que son necesarias acciones integrales, porque visto está que por cada delincuente muerto a manos de una patrulla, la sociedad desequilibrada, inequitativa pare tantos más.
Ahí la importancia de fomentar proyectos de vida para la gente, sobre todo para la más carenciada y esta es labor común de los que gobiernan y de gobernados, de todos los sectores que inciden en las comunidades.
Cada gesto solidario suma, cada idea productiva aporta y esto también ha sido repetido hartas veces pero no le quita sentido, peso, valor.
Asumirlo es más que asunto de idealistas aéreos, es compromiso que deje resultados.