Los primeros signos de autismo en un niño se pueden descubrir antes del nacimiento a través de resonancias magnéticas del cerebro del feto a partir de las 25 semanas de embarazo, indicó un equipo de nerofisiólogos.
El autismo es definido por los especialistas como un complejo trastorno del neurodesarrollo que puede causar desafíos de comunicación, procesamiento cognitivo, conciencia emocional y percepción.
Aunque todavía no se conocen las causas del trastorno del espectro autista (TEA), se tiene la creencia que en él influyen tanto factores genéticos como ambientales.
Hasta ahora, los diagnósticos pueden identificarlo en torno a los 18 meses de edad, pero se ha demostrado que un tratamiento temprano mejora las capacidades lingüísticas y cognitivas.
Los científicos, para investigar si los escaneos cerebrales hechos previo al nacimiento podrían contribuir a identificar los signos del TEA, analizaron retrospectivamente 39 escáneres cerebrales fetales por resonancia magnética.
De ese grupo, nueve de los niños fueron diagnosticados posteriormente con autismo, 20 eran neurotípicos y 10 no tenían TEA pero presentaban otras condiciones de salud que también se observaron en los niños con ese trastorno.
Este proceso (escaneos cerebrales) se desarrollaron a media a las 25 semanas de embarazo.
Los científicos también usaron un método de etiquetado anatómico automatizado basado en atlas para segmentar los escaneos cerebrales y luego compararon las regiones cerebrales segmentadas entre los diferentes grupos.
Las mayores diferencias se encontraron en el lóbulo insular del cerebro, que tenía un volumen significativamente mayor en el grupo de niños con TEA en comparación con los otros tres grupos de control.
“La ínsula es una región profunda del cerebro que se cree que desempeña un papel en la conciencia perceptiva, el comportamiento social y la toma de decisiones, entre otras funciones” han explicado.
Los resultados obtenidos concordaron con otras investigaciones que han expuesto cambios en la corteza insular en adultos con autismo y sugieren que esas diferencias pueden comenzar en el útero.
Asimismo, el grupo de nerofisiólogos también encontraron que los escaneos de los niños afectados con autismo exponían una amígdala y una comisura del hipocampo significativamente más grandes en comparación con los niños que tenían otras condiciones de salud.