Petra Saviñón Ferreras
En mi artículo anterior, cuyo primer párrafo parece una defensa al bullyng, pero solo parece, planteo la necesidad de que el Estado desde el sector educativo asuma enfrentar esta cosa de muchachos que tanto lástima. Sin embargo, a algunos les ha parecido que queremos dejar demasiada carga al sistema.
Ocurre que las entidades estatales son las responsables de armar las políticas públicas para garantizar el bienestar colectivo, el bien común (nada que ver con un movimiento partidista).
Políticas públicas, unas palabras tan pronunciadas, tan desgastadas, que por no ser tomadas en serio carecen de efectividad y hacen pensar que su único uso es de mera propaganda. No obstante, son las herramientas para propiciar la mejoría en las comunidades en sentido amplio.
Esto incluye garantizar que los niños crezcan como seres asertivos, con pleno desarrollo de sus habilidades, de su salud mental y aunque no está en discusión que a la familia también le compete asumir su papel, es igual de indiscutible que la gente necesita orientación, guía para enfrentar y erradicar males normalizados, como las burlas.
El Ministerio de Educación cuenta con un departamento de orientación y psicología que lo hace más abarcador y muestra que el rol de las escuelas va más allá de la enseñanza de asignaturas.
Puede ampliar aún más y en colaboración con Salud Pública ejecutar programas cuyo impacto redundará en beneficios para la nación, porque mientras más sano en todos los órdenes sea un ser humano, mayores condiciones tendrá para aportar y el Estado será el gran ganador, por lo que recibirá y por lo que evitará invertir en personas afectadas por el maltrato.