Mayra Perera
Psicóloga
Hoy muchos celebran el amor, otros lo lloran, aunque sea visto como un símbolo de debilidad pues tradicionalmente llorar se le atribuye a las pérdidas por muerte.
Ser abandonado por una pareja o separarse de ella por decisión tiene muchas connotaciones negativas y ocupa un lugar importante en la escala de los duelos más difíciles. Es terrible porque implica dejar algo que todavía existe, no importa la circunstancia de la separación. Se vive con humillación, angustia, vergüenza, rechazo, culpa e ira hacia la ex pareja. Los pensamientos de desvalor son frecuentes sobre todo si ha habido infidelidad, si permanecen pueden conducir a una depresión que acompañada de conductas autodestructivas pudieran terminar en suicidio.
Hay pérdida del estatus social, de la cotidianidad, los amigos se dividen,la familia política desaparece, los ex pasan a ser el padre y la madre de los hijos.
Al inicio de la separación no hay valoración de lo ocurrido, no se es capaz de pensar con objetividad, se necesita encontrar tan solo una razón del porque ocurrieron las cosas, esta espera muchas veces prolonga el trabajo del duelo.
Hay que desenamorarse, eso duele y duele mucho, por tanto debemos darle paso al dolor, canalizar la rabia, confrontar la culpa, sentir el vacío y enfrentar los miedos.
Desvincularse de la otra persona y todo lo que le rodea, es uno de los pasos más difíciles del duelo afectivo; para lograrlo hay que desapegarse emocionalmente no dejando la esperanza abierta. El nosotros no existe.
Para vivir sanamente este duelo hay que ponerse de nuestro lado, amarnos en nuestro dolor, no lastimarnos, aceptar el ahora y la transitoriedad del momento, desarrollar nuestros dones ocultos, abrirnos a las posibilidades de rehacer nuestra vida.
Si siente que no puedes rehacer de nuevo tu vida afectiva, que nunca vas a encontrar otro u otra igual, que nadie más puede hacerte feliz, sería recomendable buscar ayuda.