Petra Saviñón Ferreras
Tonto sería obviar las situaciones difíciles que afrontamos las mujeres, las cargas cernidas sobre nuestras espaldas, nuestro largo viacrucis. Pero quedarnos en el renglón de víctimas no ayudará a aligerar ese peso y ver a los hombres como los grandes malvados tampoco.
Aunque proclaman que buscan igualdad y no privilegios y que no ven a los varones como el enemigo, parece que con sus postulados plantean otra cosa estas corrientes feministas, conjunto de estrategias de lucha ahora llamado feminismos.
En plural está, queda la idea de que son distintos, disímiles. Mas, en esencia están enlazados por ese hilo común, empoderar a las mujeres y preciso en la forma de empoderarlas radica la diferencia entre todos esos movimientos.
Es importante y lo repetiré hasta el hastío, lograr un verdadero desencadenamiento y para eso hay que eliminar el sistema atropellante sin dejar partes convenientes. Esto incluye la discriminación positiva, claro y zafarse de viejos esquemas como ver a los hombres como los grandes privilegiados.
Afirmar que ser hombre es un privilegio en este país, es una manera de seguir en ese radicalismo y falta a la realidad.
Uno de los postulados más recurridos es que los hombres tienen los mejores empleos, pero está claro que también los peores. Así podríamos pasar un largo balance que muestra que no es tan favorable ser hombre.
Salen los ejemplos, una familia pobre que no puede costear los estudios de todos sus hijos, asume que las niñas vayan a la escuela y los niños trabajen porque tienen más capacidad de subsistir sin formación académica. ¿? Sí, aún rige este método.
Sigue la lista, son abusados por la Policía, reciben menos consideración a la hora de buscar servicios, como el transporte público, por ejemplo. Está claro que los ancianos no llevan ventaja frente a las ancianas a la hora de cederles los asientos.
El hombre debe ser proveedor desde que empieza el cortejo, porque esto le avala como buen partido. Nunca será comparado el día de las madres con el de los padres ni el culto rendido a la mujer en tantas joyas musicales.
Sumado a esto, está la gran verdad de que sufren sus propias y muchas situaciones derivadas, qué paradoja, del sistema definido como machismo. Porque ser el fuerte es lancinante.
Lo que sí es indiscutible es la gran desventaja que llevan los hombres y las mujeres pobres, explotados carenciados, vulnerados, en este país y en el mundo enterito. Eso debe mover a unirnos en una causa común, más oportunidades para ambos sexos.