Los hondureños votaban el domingo en medio de temores de violencia y llamados a la calma de los candidatos, en unos comicios de final incierto para suceder al derechista Juan Orlando Hernández, quien culmina su mandato señalado por narcotráfico en Estados Unidos.
Los temores de fraude, algo que la oposición ya denunció en los anteriores comicios de 2017, y la muerte de al menos 31 personas vinculadas a las elecciones durante esta campaña avivan las tensiones.
La jornada inició con un llamado del presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Kelvin Aguirre, para unas elecciones «en paz, tranquilidad, sin temor y sin violencia».
Más de cinco millones de ciudadanos pueden votar hasta las 17H00 locales (23H00 GMT). Los resultados empezarán a conocerse unas tres horas después.
La candidata izquierdista Xiomara Castro, del opositor partido Libre, es favorita al igual que Nasry Asfura del gobernante Partido Nacional (PN, derecha), actual alcalde de Tegucigalpa que se ha beneficiado de oportunas entregas de bonos del gobierno a familias vulnerables.
«Deseamos que sea una fiesta cívica, en paz, en tranquilidad», dijo Castro, de 62 años, tras votar en el barrio de El Espino, en Catacamas, 170 km al este de Tegucigalpa.
«Van a intentar provocar al pueblo, entendemos que hay desesperación, especialmente de aquellos que han estado gobernando estos 12 años», aseguró.
Previo a emitir su voto en la capital, el oficialista Asfura, de 63 años, conocido como «Papi a la Orden», se comprometió a respetar los resultados.
«Debemos, como caballeros, y como hombres, aceptar las cosas, pero hasta que se cuente el último voto», sostuvo. «La paz y la tranquilidad no tiene precio y óiganme bien: ni una gota de sangre tiene precio», declaró.
Los comicios se desarrollaban con normalidad, según observadores internacionales. Los comentarios ciudadanos destacaban la amplia participación, con filas de 200 metros en algunos recintos.
Tras emitir su voto, el presidente Hernández mostró su apoyo a Asfura, pidió calma y recomendó a quien lo suceda que mantenga «la macroeconomía sólida» y no descuide la seguridad.
– Antecedentes de revueltas –
«Si el PN gana las elecciones, aunque sea legítimamente, habrá un nivel de violencia preocupante», dijo a la AFP el analista Raúl Pineda, abogado y exlegislador de esa formación.
«Nos perjudicaría si hay disturbios. Creo que no es conveniente para la economía del país, esperamos elecciones pacíficas y tranquilas», dijo Luis Gómez, de 26 años, un comerciante en el barrio de La Sosa.
En 2017, el presidente Hernández logró reelegirse en medio de acusaciones de fraude desde la oposición. Protestas reprimidas por el gobierno dejaron una treintena de fallecidos.
«Se ha desarrollado una especie de paranoia, la gente se está preparando para la guerra», y hay ciudadanos que en los últimos días se han abastecido de comida y agua ante el temor de no poder salir luego a comprar, indicó Pineda.
Todo esto en un país ya golpeado por la violencia de las pandillas, el narcotráfico y dos feroces huracanes en 2020, donde el 59% de sus 10 millones de habitantes vive en la pobreza. Además de un desempleo que pasó de 5,7% en 2019 a 10,9% en 2020, en gran parte debido a la pan demia del coronavirus.
Washington está sumamente atento a lo que suceda en Honduras, estimó Pineda. No quiere que una nueva crisis aliente aún más las olas migratorias que van de Centroamérica a Estados Unidos.
Castro, quien asegura promover un «socialismo democrático» con una agenda progresista, ha sido tildada de comunista por sus rivales, y ese discurso ha calado en algunos simpatizanes.
«Muchas características de Venezuela las quieren traer aquí a Honduras y no las aceptamos», dice Rosa Díaz, una ama de casa de 26 años que vota por «Papi», porque cree que «es diferente».
Los hondureños también elegirán a 128 diputados y 20 representantes del parlamento centroamericano.
El PN gobierna desde que el exmandatario Manuel Zelaya, esposo de Castro, fue derrocado en 2009 en un golpe de Estado apoyado por la derecha, debido a su cercanía con el chavismo.
Pero escándalos de corrupción y narcotráfico han salpicado a Hernández. Tony, su hermano, cumple cadena perpetua en Estados Unidos por tráfico de drogas. Los narcos que el presidente ayudó a extraditar a ese país -y los fiscales que enjuiciaron a su hermano- lo acusaron de estar involucrado en el narcotráfico.
«Hemos experimentado este gobierno por 12 años y hemos ido de mal en peor. Tenemos la expectativa de algo nuevo», consideró el comerciante Luis Gómez.
Asfura, en tanto, fue acusado en 2020 de malversar fondos públicos, nombrado en los Papeles de Pandora y vinculado al tráfico de influencias en Costa Rica.
El tercer candidato en preferencias de los 13 en carrera, Yani Rosenthal (Partido Liberal), pasó tres años en una cárcel de Estados Unidos por lavar dinero del narcotráfico.
«Honduras es conocido internacionalmente como un narcoestado, pero no hay narcoestados, solo narcogobiernos», consideró Pineda.
AFP