María Fals
M.A.Crítica e Historiadora del Arte
La educación artística es una forma efectiva, no sólo para aprender sino para el mejoramiento humano en general.
En esta época de pandemia, pre y post pandemia, no solo física, sino también espiritual, donde el lema es el distanciamiento social, donde la gente se mira ocultando la sonrisa detrás de una máscara, temiendo a todos los otros como posibles portadores de la enfermedad y la muerte, en el que el auto-abrazo se impone al abrazo fraterno, es importante que se utilice el arte como un puente que una a los seres humanos y los guíe en el proceso eterno de la búsqueda de la felicidad y el equilibrio.
Los adolescentes y niños están viviendo etapas del desarrollo humano donde la socialización es un instrumento fundamental para la construcción de su autoconcepto, para el aprendizaje y el desarrollo de la creatividad, donde en el contacto con otros aprenden empatía, adquieren habilidades sociales, desarrollan la inteligencia emocional y cultivan la habilidad de trabajar colaborativamente.
El encuentro de ellos cara a cara con los demás se ha visto bastante entorpecido desde el 2019 por la virtualidad y las etapas de cuarentena.
Es por eso que hoy más que nunca, en medio de este retorno a las clases presenciales, se debe acudir al uso del arte como instrumento pedagógico y de terapia emocional, aplicable a la enseñanza en todas las áreas de la educación primaria y secundaria, para fomentar la construcción de un conocimiento significativo a través del pensamiento sensible, en medio de un clima confortable desde el punto de vista psicológico que contribuya a la formación de sujetos críticos y forjadores de los cambios en la cultura, entendida como todo quehacer humano que el mundo necesita.
En mis clases de Estudios Sociales de tercero y cuarto de secundaria, donde se abordan temas curriculares de alto nivel de complejidad y a veces lejanos en el tiempo o al interés de los jóvenes, suelo utilizar el arte como una forma de acercarlos a esos contenidos, a través de un aprendizaje emocionante que no genere un mayor estrés en los estudiantes.
Voy a compartir con ustedes dos ejemplos de actividades en las que utilicé el arte como herramienta en la enseñanza de las Ciencias Sociales en la institución educativa donde laboro.
En el caso del Cuarto de Secundaria, uno de los contenidos curriculares que se abordan es el tema de las placas tectónicas.
Para que se aprendieran los nombres de las placas tectónicas y su movimiento se utilizó como actividad pedagógica la elaboración de un rompecabezas con trabajo colaborativo de las placas tectónicas del mundo, donde debían dibujar un globo terráqueo, sus placas, colorearlas, nominarlas, recortar cada una y luego intercambiarla con un compañero para armar el rompecabezas y pegarlo sobre una cartulina.
Esta divertida actividad fue evaluada posteriormente a través de un examen y el 100 por ciento de los alumnos sacó la máxima nota en una pregunta que medía su conocimiento sobre la localización de las placas tectónicas más importantes del planeta.
En estos momentos se está realizando un proyecto donde los alumnos de tercero de secundaria están conociendo los principales acontecimientos de la Revolución Mexicana y su repercusión en el contexto artístico cultural de ese país a comienzos del siglo XX elaborando un mural con las obras reinterpretadas por cada uno de ellos de artistas muralistas importantes como Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo, actividad que se ha realizado en un ambiente colaborativo, de disciplina positiva, de disfrute e interacción por parte de los alumnos de ese nivel de enseñanza.
Se ha logrado que construyan su propio conocimiento a través de la percepción y la creación artística, no sólo que aprendan el contenido de manera racional, sino que se adentren desde un punto de vista empático en la época, en el modo de vida, en los problemas sociales de ese momento y lo vinculen con el presente.
En estos momentos, en el fin de semana de descanso, acabo de recibir por Teams un mensaje de mi alumna Valeria en el que me envía la biografía de Rufino Tamayo.
Lo ha hecho por el disfrute, por el interés que le ha suscitado el tema, por lo hermosa que le quedó su copia, elogiada por sus compañeros, de la obra de ese gran muralista, por puro “amor al arte”, pues la entrega de este trabajo se hará efectiva el próximo lunes.
Esta es la mejor prueba diagnóstica de que el arte es una forma especial de conocimiento generadora de bien, de sensibilidad y de belleza.