María Fals Fors
M.A Historiadora del Arte. Crítica de Arte
Celeste Woss y Gil nace en 1891 en la ciudad de Santo Domingo. Fue hija de María Ricart y del presidente Alejandro Woss y Gil. Inicia sus estudios a temprana edad con Abelardo Rodríguez Urdaneta. Por razones políticas, su familia se exilia en Francia, donde pudo conocer la obra de artistas del Renacimiento y de las nacientes vanguardias del siglo XX.
Posteriormente regresa a América y pasa a residir a Santiago de Cuba. Allí estudia pintura en la Academia de Bellas Artes con José Joaquín Tejada. Realiza en esta misma ciudad su primera exposición en el 1911.
En 1922 matricula en la Art Students League. En esa escuela de gran prestigio, profundiza sus estudios de pintura y dibujo con los maestros George Links y Frank Vincent Du Mont. Retorna a Santo Domingo en 1924, crea su propio centro de enseñanza de dibujo y pintura llamado Estudio Escuela y presenta la primera exposición individual realizada por una mujer en la República Dominicana. En 1928 vuelve a Nueva York para estudiar anatomía artística. A su retorno en 1931, funda la Academia de Dibujo y pintura.
Ya en 1942 pasa a formar parte del claustro de profesores de la recién creada Academia de Bellas Artes, como única mujer fundadora, contribuyendo a la formación académica de los nóveles artistas que se inscribieron en sus aulas. Mujer de convicciones firmes, luchó por los derechos políticos femeninos a través del Movimiento Acción Feminista Dominicana, siendo una persona de ideas avanzadas e innovadoras en el aspecto social y artístico.
La obra artística de Celeste Woss y Gil posee una actitud de ruptura, al introducir representaciones de desnudos de personas mestizas, utilizando modelos al natural tanto femeninos como masculinos, representativos de las características étnico-culturales de nuestro pueblo.
Maestra de la figuración, cultivó además el retrato, dotándolo de un fuerte carácter psicológico, captando el alma de las personas representadas. También se interesó por los temas de vendedoras de frutas, paisajes urbanos, bodegones y naturalezas muertas.
Con trazos amplios, contrastes intensos de claroscuro, predominio de colores cálidos, representativos del trópico, tuvo además un manejo exquisito del dibujo, que reflejaba su conocimiento de la anatomía humana, resaltando la belleza del cuerpo y su sensualidad.
En alguna de sus obras, se observa cierta tendencia hacia lo expresionista al captar el movimiento y dotar a los volúmenes de un movimiento retorcido.
En la inmensa mayoría de sus cuadros, sin embargo, predomina lo académico y realista, renovado a través de su libre interpretación.
Fue formadora de grandes maestros como Gilberto Hernández Ortega, Rosa Tavárez, Clara Ledesma, Ada Balcácer y Fernando Peña Defilló, quienes admiraron en Doña Celeste la calidad estética de su obra, su carisma y las enseñanzas artísticas que les legó. Defensora de la dominicanidad, orgullosa de sus raíces, apoyó la posición de que los artistas dominicanos que estudiaran en el extranjero desarrollaran su arte dentro de la patria y aportaran sus conocimientos a los dominicanos.
Fallece físicamente en 1885 en la misma ciudad que la vio nacer, pero dejó el legado inmortal de sus obras y su ejemplo como mujer, como maestra y como artista.