Aunque si bien muchos se han familiarizado con cambios repentinos y profundos en la forma de vivir, trabajar y socializar de esta nueva era más restringida, estos cambios desafían muchas suposiciones que se han mantenido por mucho tiempo sobre los patrones y demanda de movilidad.
Ante este panorama, el índice de movilidad de los consumidores realizado por la firma EY y que abarcó nueve países, estudió los patrones de traslados y viajes de los consumidores en tres segmentos de movilidad clave: trabajo, ocio y entretenimiento, viajes domésticos y por propósitos sociales.
De acuerdo con Andrés Dobles, Líder del sector de movilidad de EY, los hallazgos sugieren una desaceleración importante en la movilidad de los consumidores en todo el mundo, ya que, a medida que las personas se han concentrado más en sus casas en lugar de sus oficinas de trabajo, los viajes han sido menos frecuentes, más locales y cada vez más dentro del territorio nacional, enfocados en obtener productos básicos para el hogar en lugar de ir a trabajar o entretenerse.
El análisis muestra también un triple golpe al transporte público, sector que se ha enfrentado a desafíos como la reducción de ingresos, el aumento de los costos operativos y una batalla cuesta arriba para persuadir a los consumidores de que es seguro utilizar sus redes.
Los viajes en taxi y transporte público registraron las mayores disminuciones por segmento en todos los ámbitos, mientras que los viajes realizados en vehículos personales (automóvil o motocicleta) o los viajes en micromovilidad (bicicletas, bicicletas eléctricas y scooters, en algunas partes del mundo) están entre los menos afectados.
“Si bien las compañías de transporte público están trabajando arduamente para convencer a los consumidores de que las medidas, como utilizar mascarillas y la limpieza profunda de las unidades, son efectivas para bajar el riesgo, es difícil imaginar regresar a los niveles anteriores de pasajeros, al menos hasta que el COVID-19 se haya controlado mucho más”, comentó Dobles.
Los consumidores siguen eligiendo viajar en automóvil, con el objetivo de evitar compartir espacio con extraños, ampliando la percepción de seguridad a una categoría mucho más amplia e influyente que involucra higiene, limpieza y bienestar, más allá que accidentes y lesiones en carretera.
El índice reveló que los viajes, en general, disminuyeron en un 61% como consecuencia del aumento en la cantidad de personas que informan trabajar desde casa al menos el 60% del tiempo (aumento de 4,5 veces del 16% al 73%). Asimismo, los viajes por ocio y entretenimiento disminuyeron en 51%.
El cambio hacia la priorización de los viajes esenciales también se refleja en los viajes con fines domésticos y sociales, los cuales muestran la menor disminución (40%). Los viajes para encontrarse con amigos y familiares disminuyeron más (50%), mientras que los viajes para necesidades inevitables, como comprar artículos básicos para el hogar y lavar la ropa, disminuyeron menos (21%).
De acuerdo con los resultados de EY, el tiempo promedio de viaje semanal por persona se redujo en un 40%, pasando de un promedio de 6 horas a 3,7 horas, dando pie a considerar que un consumo consciente, tradicionalmente asociado con los alimentos y los bienes de consumo, ahora puede estar entrando en el ámbito de la movilidad.
Ello representa tanto un enorme desafío a corto plazo para las redes de transporte existentes, como una tremenda oportunidad para reimaginar y reinventar los entornos y economías locales en una mayor escala de tiempo.