María Fals Fors
M.A Historiadora del Arte. Crítica de Arte
En estos días de descanso pude viajar nuevamente a la ciudad de Puerto Plata, paraíso de mar, montaña, arte y belleza. Visitar esta ciudad con sus casas victorianas, su Loma Isabel de Torres coronada por un Cristo de brazos abiertos, conversar con distanciamiento obligado con su gente amable, sentir su ritmo de vida calmado y señorial, es una fiesta para el espíritu del caminante agobiado por estos largos meses de pandemia.
Cuna de los músicos Rafael Solano, Juan Lockward y Eduardo Brito, patria chica de los pintores Jaime Colson, Jorge Severino y del artista visual, escritor e historiador Danilo de los Santos, es una de las ciudades de mayor importancia cultural de la República Dominicana.
Me contagió de optimismo y fe en el futuro el poder contactar con la actual directora de la casa de la Cultura de Puerto Plata, la artista visual Sole Fermín, quien es muralista, dibujante, pintora y creadora de interesantes acciones performáticas en la India, en Colombia, en Puerto Rico, Brasil y República Dominicana. Sus próximos planes: rendir homenaje de recordación a Eduardo Brito, el gran barítono nativo de esta ciudad, haciendo sonar desde los balcones de la institución que dirige, grabaciones de su voz inmortal, remozar los salones del edificio y seguir organizando diferentes actividades virtuales, o presenciales en el caso de que la situación con la covid- 19 lo permita.
La Casa de la Cultura de Puerto Plata es un edificio victoriano con mucha historia. En este espacio donde Salomé Ureña declamó los versos de su poema La fe en el porvenir, predominan la madera y los grandes ventanales y fue concluida en 1908 en el gobierno de Ramón Cáceres (1905-1911). Posee tres grandes salones: Jaime Colson, Danilo de los Santos y Rafael Solano, habilitados para realizar exposiciones, conferencias y seminarios, así como otros tipos de eventos culturales.
Pude visitar en mi recorrido el Mural dedicado a la cultura puertoplateña, ubicado en las paredes laterales de la Farmacia Popular de la calle Beller, donde aparecen representados la famosa Doña Trina, vestida con su tradicional disfraz de Roba la Gallina, un diablo cojuelo y casas emblemáticas, como la del pintor Jorge Severino. Esta obra aparece firmada por Misael Amos y la propia Sole Fermín.
Penetrar a la catedral de San Felipe Apóstol en Puerto Plata fue una fiesta en el disfrute de lo estético y espiritual, ambos intrínsecamente vinculados. La iglesia del siglo XIX, destruida en un incendio durante la Guerra Restauradora, fue reconstruida entre 1929 y 1953 en códigos Art Decó.
Posee tres naves, arcos ligeramente poligonales que se apoyan en pilares cruciformes y vitrales donados por diversas familias de la ciudad.
La glorieta de Puerto Plata, construida por Roderick Arthur a finales del siglo XIX, fue reconstruida en la época de la dictadura de Trujillo, destruida en 1982 y vuelta a levantar por los arquitectos Humberto Mera y Camilo Hurtado, de acuerdo con los planos originales. Monumento representativo de esta bella población, adorna y centraliza con su presencia el conjunto urbano del centro de la ciudad.
El Museo del Ámbar, albergado por una edificación de carácter neoclásico, rodeada de una galería y con un hermoso jardín frontal y obra del arquitecto Martin Gallart y Canti, fue fundado en 1982 por el matrimonio integrado por Aida Benelli y Aldo Costa. Alberga un tesoro en tonalidades rojas, azules, amarillas y verdes, todas las variedades de nuestra piedra nacional. Este museo tiene un carácter cultural y también científico por las numerosas especies de plantas y animales prehistóricos: helechos, hormigas, lagartos, abejas que esconden en las transparentes entrañas de resinas fósiles.
En estos momentos cerrado por asuntos de la Pandemia, aguarda a sus visitantes en un futuro cada vez más próximo.
Al final del recorrido, aspirando el aire cargado de yodo y vitalidad del Atlántico, nos aproximamos a las vetustas paredes de piedra de la fortaleza San Felipe o Morro de San Felipe, cerrada temporalmente en estos momentos. La misma fue iniciada en 1562 y terminada en 1577 por Rengifo de Angulo por orden de rey Felipe II de España. En la época colonial fue prisión política del Padre de la Patria Juan Pablo Duarte y otros patriotas.
En el período de la dictadura de Trujillo, sirvió de cárcel a muchos luchadores por la libertad, como Manolo Tavárez Justo y Leandro Guzmán. El acceso principal a esta edificación los constituye un amplio puente de madera, en un inicio levadizo. Bajas y
pequeñas puertas dan acceso a las diferentes celdas, habitaciones y dependencias de sus dos plataformas principales.
De vuelta a Villa Carolina, al hostal de paz y verdor donde nos alojamos, pude reflexionar sobre lo importante del legado cultural de este sitio maravilloso, perla de la costa atlántica, comprender aún más lo importante del respeto al legado de cada rincón de República Dominicana para mantener vivo el patrimonio que nos identifica, sintiendo, una vez más, el deseo de continuar contribuyendo al estudio y difusión de los aportes culturales de nuestra Patria, poniendo el conocimiento de sus valores al alcance de todas las personas.