Regina Pérez de González
Psicóloga clínica, orientadora en la sección de Padres de la página
web de Galletas Dino
No es fácil criar, pero tenemos aliados para apoyarnos y seguir adelante.
Cuando nos iniciamos en el camino de ser padres, lo primero que notamos al cargar a nuestros hijos por primera vez es lo frágiles que son, susceptibles a que si no se tienen los cuidados pertinentes, su salud y vida penden de un hilo que se refuerza gracias a la atención y dedicación que tienen los padres con ellos 24/7; es por esto que con gran determinación estamos dispuestos a cualquier cosa por ellos el resto de nuestras vidas y sin importar qué tan adultos e independientes sean; por esto los defendemos contra los peligros y les tratamos de evitar el dolor a como de lugar; ya estamos entregados y conquistados en ese
gran amor que nos provocan.
He recibido casos en consulta, de padres muy preocupados porque no han podido lograr disciplinar a sus hijos de forma que estos acepten con obediencia la corrección y muestran por el contrario signos de agresividad, frustración, no internalizan el cambio ante las acciones corregidas sino mas bien la continúan haciendo como reto claro a la autoridad.
De forma general los niños siempre van a responder mejor a la comunicación, amor, comprensión y empatía de sus héroes –sus padres-; los padres no corrigen porque odian a sus hijos y les quieren castigar haciéndoles sentir dolor para que “aprendan”; normalmente, los padres corrigen porque adoran a sus tesoros y quieren sacar de ellos lo mejor aunque a veces no hayan encontrado las herramientas adecuadas para esta tarea y siguen el patrón ya conocido y aplicado para ellos mismos cuando eran niños.
Si puedo lograr el objetivo deseado, que mi hijo aprenda de sus acciones sin lacerar su estima, sin herirlo, sino más bien logrando que internalice la importancia de ser bien tratado, comprendido, amado, en medio de la corrección que se realiza con amor, por qué seguir con un método que le ofrece al niño todo lo contrario?. Es que nos resistimos al cambio.
Cuando me certifiqué en disciplina positiva no pude evitar recordar aquello que había aprendido hace muchos años cuando mis hijos eran pequeños y yo buscaba alternativas de crianza y corrección que no estuvieran basados en las pelas ni en los castigos sin sentido; se llamaba PECES: Padres Eficaces Con Entrenamiento Sistemático. Ambos buscan lo mismo: entender el comportamiento de los niños y la forma de abordar el mal comportamiento para guiarles de forma efectiva, positiva, afectiva pero sin dejar de ser firme y respetuosa de ambas partes.
Para aplicar la disciplina positiva debemos tener en cuenta que es importante luego de entender el comportamiento que muestra el niño, reconducirlo con respeto sin entrar nunca en una lucha de poder con ellos: “yo soy el adulto; yo tengo la autoridad”.
Este enfoque no incluye ni la permisividad, ni el control excesivo.
Según la autora Jane Nelsen en su libro: “Cómo educar con firmeza y cariño”, nos da cinco criterios a tener en cuenta para aplicar la disciplina positiva en nuestra familia:
1. Ser amable y firme al mismo tiempo (respeto y motivación)
2. Ayuda a los niños a sentirte importante (Conexión)
3. Es eficaz a largo plazo
4. Enseña valiosas habilidades para la vida (Respeto a los demás, herramientas para enfrentar los problemas, responsabilidad)
5. Desarrolla las capacidades de los niños y los hace conscientes de ellas.
Nelsen señala también que los niños con mal comportamiento son niños desanimados, que tienen ideas erróneas sobre como pertenecer y ser aceptados.
Podemos encaminar a nuestros hijos a sentirse animados y aceptados aplicando algunos cambios en casa,
por ej:
– Pasar con ellos un tiempo especial a solas con los padres, dedicándoles atención y jugando con ellos.
– Cuando los acuestes pídeles que compartan su momento más feliz del día o el más triste.
– Para crear un ambiente de amor, respeto y buenos tratos, fomenten las reuniones en familia para tratar temas que los afectan: mantener el orden, forma de manejarse ante x situación, tomar decisiones en conjunto, etc.
– Nunca hagas por tu hijo lo que sabes que él puede hacer por si mismo; valora su capacidad y fomenta la autoestima
– Los padres deben tomar el tiempo para entrenar; si esperas que tu hijo haga la cama todos los días, debes pasar un tiempo con ellos enseñándoles cómo se hace; si esperas que limpie la cocina, debes explicarle y mostrarle cómo se hace.
– Se firme y cariñoso al mismo tiempo. Para mostrar la firmeza no hay necesidad de gritar, ni de alzar la voz, ni de perder el control. Si quiero un hijo respetuoso yo como padre debo modelar el respeto y enseñarle.
– Hay que elegir el momento de la corrección. Corregir delante de los demás al niño, no ayuda, más bien lo avergüenza y no enseñamos nada; por otro lado, a veces nosotros como adultos necesitamos un momento para calmarnos antes de aplicar la disciplina en nuestros hijos.
– Los errores son oportunidades para crecer y madurar. Las consecuencias deben ir acorde con lo acontecido y que lleve una enseñanza de cómo puedo reaccionar la próxima vez que se sienta frustrado.
En la medida que vayamos aplicando estas ideas en casa de manera consistente, comenzaremos a observar pequeños cambios que nos incentivarán a continuar y profundizar en este método de disciplina positiva. No es fácil criar, pero tenemos aliados para apoyarnos y seguir adelante.