María Fals
Fors. M.A Historiadora del Arte. Crítica de Arte
Ana María Nardo, artista vital y multifacética, se caracteriza por la elaboración de un universo estético de alta calidad, que recorre diferentes caminos creativos. Poseedora de una vasta experiencia en diferentes campos, en la pintura, en el diseño de vestuarios y escenografías para teatro y cine, en la actuación, dirección teatral, en la pintura y el dibujo, ha dedicado también fructíferos esfuerzos a la educación artística.
Estudió Arquitectura en Cuba, en el Instituto Politécnico José Antonio Hechevarría y se convirtió en Instructora de Teatro en la Escuela Nacional de Instructores de Arte. Se graduó de una Licenciatura en Arte y Relaciones culturales en Atlantic International University, donde actualmente realiza una maestría en Dirección de Arte y Pedagogía Artística.
Radica desde hace varios años en la República Dominicana donde ha laborado en los Colegios International School of Santo Domingo entre el 2003 y el 2007 y en la Comunidad Educativa Lux Mundi impartiendo Teatro y Artes Visuales hasta el 2016. En su Cuba natal se dedicó también entre otras actividades a la docencia en la Escuela Vocacional de Artes de Pinar del Río, la Escuela Nacional de Danza, la Escuela Nacional de Teatro y el Instituto Superior de Arte de La Habana (I.S.A).
Se ha entregado con energía a la actuación, a la dirección de teatro, al diseño de escenografías y vestuarios en diferentes escenarios, tanto en Cuba como en la República Dominicana. Participó en el Festival de Cádiz en 1989 como asistente de dirección de la obra Pasión Malinche del dramaturgo Alberto Pedro, dirigida por Miriam Lezcano. Otras de sus actividades importantes en las artes escénicas ha sido el papel protagónico de la obra Mary Poppins con el teatro Musical América en 1995.
En ese mismo año tuvo a su cargo la dirección y diseño de la obra Las Noches de María Betania con el Teatro Compañía Hubert de Blank, siendo invitada con este grupo a varios festivales Internacionales. En el Cine fue asistente de Diseño Escenográfico de paradigmáticas películas cubanas como, Clandestinos (1986) de director Fernando Pérez, Cabinda (1987) del director Jorge Fuentes, y Amor Amores de Jesús Sanjurjo (España), primer largometraje de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de Los Baños en 1995.
Por eso hablar de esta artista es hablar de diversidad, del criterio Dadá de arte único, de amor y entrega a la actividad creativa en diversas facetas.
Su poética plástica es diversa, llena de color y de sonidos como las aguas del mar, como las medusas transparentes que fluyen en sus cuadros entre peces, lotos y rostros femeninos. Algo de selva, de Simbolismo a lo Moreau, de referencias al Art Nouveau, dormidas entre plumas de pavo real y cerámicas de Manises se sienten cuando saltas el alfeizar de tu ventana y caminas rumbo a los mundos de cristal en que descansan sus personajes oníricos.
Muchos de sus cuadros están dedicados a pasiones, sentimientos, pecados o virtudes humanas. En ellos el Deseo y la Avidez se entremezclan con la Dignidad y la Seducción, en una interesante unidad de contrarios que se complementan, antinomias perennes en el corazón de las personas.
Las áreas circulares de la unión, las espirales firmes del crecer, la fuerza del color magenta, del verde de la vida y del rojo de los buenos recuerdos, generan en el espectador una catarsis rítmica de cadencia femenina y mágica.
Algo de místico, de remembranzas de pasadas vidas, de culto a la naturaleza, de pasión y de reencuentros se aprecia en cada tramo de sus lienzos. El reflejo del cabello femenino, los orishas bailoteando en la mirada, lo mestizo caribeño, la Europa de los Nabis y del Sintetismo, la Francia de ese Gauguin burgués que decidió morir mirando el Pacífico azul y eterno, se sienten en el ulular del viento elíptico de sus volúmenes figurados.
Un loto, apenas insinuado, la flora y la fauna unificadas, la infinita y arrebatada quietud de sus líneas retorcidas, nos plantean la dualidad del bien y el mal, de la tierra y aire, del fuego y del agua.
Dentro de las artes visuales, Ana ha creado obras que invitan a extasiarse y prolongarse en ellas, para descubrirlas y trascender al sentirlas más allá de un jamás. Como damas elegantes de abanico isabelino, no se entregan fácilmente a una mirada rápida y sin alma. Su contenido oculto sólo se descubre lentamente ante la faz de aquellos que tienen la clave de la vida, la sabiduría profunda
de lo emocional y la eterna búsqueda del bien y la armonía como propósito de vida.
Entre el polvo de alas de hadas vuela mi imaginación al observarlas, transforman mi “covidianidad” en ambientes legendarios y me llenan de amor y de optimismo. Sigue creando Ana María, sembrando, haciendo, dejando huellas en tus alumnos, en los espectadores de todo lo que has creado. En nombre de todos los que amamos soñar, en nombre del arte y de todo lo sensible
que nos hace humanos, sigue adelante, rumbo a la esperanza.